Nuestro amigo y excelente escritor Alejandro Rojas, se viene con un proyecto de crowdfunding para convertir su relato de Ciencia Ficción «El Fumigador» en un espectacular comic Cyberpunk a full color.
Alejandro también es conocido como Salvador Horla, ha publicado aquí en el blog varias historias, tales como Noly, La Carne del Behemot, o el genial relato Chunga Maya, Terror de las Antillas. Denles un ojo para que conozcan la calidad de este autor.
En el video a continuación Alejandro nos comenta un poco sobre este proyecto para publicar el cómic:
Video Promocional de El Fumigador
Lo acompañan otros dos artistas, Iris Rosales, Ariel Bravo y Kenny Calderón, todos cubanos, al igual que Alejandro. Y que a juzgar por las imágenes que podemos observar en el perfil de instagram de Alejandro, tienen una habilidad innegable.
Veamos algunas de esas imágenes:
Galería de El Fumigador
Un espectáculo sin ninguna duda, ¡que ganas de ver este proyecto llegar a buen fin!
Por el momento la campaña no ha iniciado aún, pero se espera que arrancan para este mismo mes. Ya puedes suscribirte la página del Proyecto de Kickstarter, para que te llegue un correo cuando la campaña arranque.
A continuación les dejo un fragmento del genial relato que sirve de base para este comic:
Agarré el silbato que colgaba de mi cuello y soplé con delicadeza.
A los pocos segundos comencé a sentir los estruendos de sus pisadas. A pesar de su gran tamaño, Silvia tardó la mitad del tiempo mío en recorrer las tres cuadras.
Al llegar, devoró de un bocado el improvisado proyectil lanzado, en honor a mi llegada. Después procedió con los cadáveres de las palomas.
Al acercarme a ella y acariciar con ambas manos su piel escamosa; me pareció notar un destello de alegría en sus ojos sin párpados, color sangre. Sus hipertrofiadas aletas comenzaron a ondear como si esperaran otra caricia.
Sonreí ante la reacción de la criatura. Silvia pertenecía a la variedad mutante de bagre, conocida como Clarias Omega. Fue un regalo de mi primo Genaro. Visionario como muchos que vieron en la cría y entrenamiento de ese pez híbrido, el futuro del negocio de transporte urbano. Su capacidad de alcanzar enormes tamaños, la habilidad de reptar fuera del agua varios cientos de metros y poder devorar y digerir cualquier materia, la convertía gracias a la prominente suciedad citadina en único vehículo con combustible gratis.
Sin embargo, estas criaturas no podían estar correteando eternamente sin caer en agua; provocando así la aparición de las cisternas o los negocios especializados, según ellos en el cuidado del leviatán urbano. La crisis mundial del agua fresca también dificultó mucho más las cosas y varios dueños de clarias omega no aguantaron el apretón de cinturón, y terminaron por almorzarse su propio animal.
Antes de llamarla, la había dejado en una de esas cisternas. La tarifa por hora era diabólica y el agua no era la mejor pero, bueno, mi Silvia la necesitaba.
A pesar de todo, me sentía muy afortunado por su compañía y además Silvia era el mejor medio para cuidar mis herramientas de trabajo. Nadie en su sano juicio se arriesgaría a recibir un mordisco de mi pez mutante.
Pero la polémica surgida, sobre los supuestos peligros de nuestras armas generadoras de PEM, se hizo vetar, a los fumigadores del uso de todo tipo de transporte motorizado público y privado.
Por eso la mayoría estaban obligados a desplazarse en bicicleta o a pie. Todo por culpa de la estúpida generación Robocop, la propagada y excéntrica moda de prótesis biónicas en referencia al ciborg policía del clásico filme de los ochenta y símbolo oficial de la antigua Detroit.
“¡Mal agradecida que es la gente! Por eso no puedo tener piedad con nadie.”
Silvia de repente soltó un gemido y pegó su enorme cuerpo al sucio pavimento. Al ver esto la pena me retorció por dentro. Ni siquiera sus engrosadas escamas la salvaban del calor. Pobrecita. Había aguantado tantas mierdas mías sin protestar o morder y yo le había fallado en encontrar un lugar decente en donde pudiese poner sus huevos. El agua dentro de las cañerías de esta asquerosa ciudad no le servía ni para abrir las branquias.
Aun así, antes de llamarla no tuve más remedio y la dejé metida en una de esas cisternas, para que se refrescara.
Estaba a punto de sacarla de la provincia o regresarla al criadero de mi primo, quien seguro me reclamaría el derecho sobre las crías.
Volví a acariciarle la cabeza antes de hurgar en los bolsos de su montura, para extraer el resto de mis instrumentos. Reabastecí mis bolsillos de granadas y enfundé mis dos porras generadoras de PEM a ambos lados de la cadera.
Después apliqué sobre la nuca un parche de proteína y otro de cafeína plus para poder o soportar al menos la mitad de la puñetera jornada que me esperaba.
Ajusté los detectores de nanobots de mi guantelete a modo de vibración para evitar, un escándalo cada vez que encontrasen algo.
Recogí la granada del suelo y la guardé en un bolsillo del cinturón separada de las demás.
Me reacomodé la mascarilla antes de dirigirle al inmueble de sesenta y cinco plantas otra mirada de odio y procedí con la inspección.
Como podemos ver este cómic tiene todos los ingredientes para ser un tremendo éxito.
Así que le deseamos el mayor de los éxitos a Alejandro y su equipo en esta aventura.
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