Terminamos El Desafío del Nexus con un relato magnífico, obsequio de nuestro amigo Guillermo Moreno. Una narración que bordea los límites del fan fic sin ser propiamente uno, al tiempo que se inventa sus propios personajes, conflictos y ambientaciones. Pero recordando las historias que ya conocemos.

Una historia Superpunk clásica, pero original.

El Duelo de los Titanes

I

El tenue brillo de la lanza de Iothlum magnificaba las sombras en la máscara de Mister Crow, dándole un aspecto más siniestro del que solía tener. En sus ojos brillaba la determinación y la fiereza del fanático, del hombre que se ha convencido así mismo, que a pesar de todo, está haciendo lo correcto.

—En el fondo siempre supiste que esto iba a terminar así. Te dije, que sangrarías— soltó mientras descargaba el arma contra el pecho de su adversario. Para su sorpresa, el arma no fue detenida por el, otrora, invulnerable torso de su adversario, sino por una firme mano humana.

— ¡Detente! No lo hagas, Crow— el aludido giró y se encontró frente a frente a un viejo colega. Samuel Thompson era un hombre peculiar, un científico y aventurero que, tal vez por convicción o aburrimiento, se había dedicado al negocio de lo super heroico. Era tanto un pensador como un hombre de acción. Solía vestir una casaca, pantalones de aviador y botas altas que le daban el aspecto de ser un extra fugado de alguna versión cinematográfica de la Guerra y la Paz.

— ¡Haz enloquecido, Profesor! ¿Cómo se te ocurre?

—Lo hago, no solo por tu bien, mi buen amigo. Sino por el de toda la humanidad.

—¡Por favor! Si este adefesio es un ente alienígeno que ha venido a conquistarnos. Que no te gane su campaña publicitaria. Ultramericano es la punta de lanza de una invasión a mayor escala. Seguro esta coludido con los nazis.

—En realidad viene del futuro— de las sombras surgió otra figura. Una con un vozarrón grave y aun más siniestro que Mister Crow— y tu, mi amigo y rival, has sido víctima, al igual que él, de un elaborado engaño.

—E tu Bruto, E tu—, soltó Crow que no cejaba en su intento de perforar el cuerpo del otro superhéroe— NightStinger.

El aludido se dejo ver, un hombre vestido con una gabardina, una pañoleta que le cubría todo el rostro y una fedora con una suerte de avispa pintada al frente. NightStinger le tendió una carpeta con muchos archivos.

—Rastree la información que te llegó. “Me entrevisté” con los contactos y le saqué la información. Muchos de los datos que te dieron eran fidedignos, pero estaban manipulados. Ultramericano no viene de otro planeta, es un hombre del futuro, enviado del siglo XL para…

—Detener al Clero Velado— soltó el aludido entre jadeos— que fue derrotado en nuestra era, y decidió…

—Viajar al pasado para ganar la guerra en el futuro— Samuel le quitó la lanza a Crow a medida que sentía que este aflojaba su agarre— caíste como un novato, porque supieron jugar con tus miedos— Crow estaba estupefacto. ¿Cómo era eso posible?

—Iba…

—Tranquilo, yo tenía los mismos temores— dijo NightStinger

—Yo también.

—Y nosotros— corearon tres voces, como salido de la nada se encontraban tres chicos vestidos de blanco y negro, con antifaces en sus rostros.

—Dédalo, Da Vinci y Arquímedes— comenzó Samuel dirigiéndose a sus aprendices, que eran una chica rubia, un afroamericano y un asiático-americano todos púberes— ¿Esta lista la capsula rectificadora?

—Sí, el sarcófago de Lázaro está listo, profesor. Encontré la frecuencia y el espectro que purgara el Iothlum del cuerpo de…

—No lo llames así, suena feo— le interrumpió Dédalo, la chica rubia.

—Además es morboso y muy supersticioso— agregó Da Vinci, el joven asiático.

—Ustedes son unos sensibles— sonrió el afroamericano con picardía.

— ¡Córtala, Archie!

—Sí, profe….

No hizo falta decir nada más, en un santiamén los cuatro héroes científicos despojaron al hombre del futuro de las cadenas y lo arrastraron hacia las tinieblas.

—Espero que…

—No hay nada que lamentar, Crow. Lo hecho, hecho está. Y, hasta cierto punto fue un placer ver vuestra pelea. Vamos, hacía falta que alguien le bajara los humos al boyscout—. NightStinger colocó su mano sobre el hombro de su compañero— ven, acompáñame, tenemos mucho que hacer. Mi libélula ha detectado un extraño objeto, una suerte de dirigible, que se acerca al puerto de Ciudad República.

—Seguro son quienes nos tendieron esta trampa— agregó Crow más calmado. NightStinger, debajo de su máscara sonrió al ver como el fuego de su amigo volvía. Con paso decidido dejaron el galpón donde se había llevado la última fase del combate entre los Titanes de Ciudad República. Afuera los esperaba un Sedan negro del año, un Chrysler Crown Imperial, que rugía con fuerza, esperándolos había un chico asiático al lado de la puerta trasera que estaba abierta. El chico, vestido como cualquier chofer, pero con un antifaz, revisaba una suerte de aparato metálico, del tamaño de una caja de zapatos, de la cual salían varias antenas y estaba cubierta de luces rojas.

— ¿Todo listo, Ken?

—Sí, hermano. La Oscura Belleza esta presta para el combate; los cohetes cargados, y las libélulas están transfiriendo mucha información. ¿Qué hay del profesor y la pandillita?

—Nos alcanzaran cuando sea posible.

—Perfecto, nuestros socios ya están listos.

— ¿Socios?

—Sí, Crow. Hay mas gentes peleando por el bien en la ciudad, es hora que dejes de ser un huraño individualista y juegues en grupo.

II

El dirigible armado no sorprendió a Mr Crow, tampoco el hecho de que estuviese cubierto de esvásticas. Mucho menos, el armamento poseído, y el haber destruido los barcos y aviones que volaban hacia él. Aun menos, los mini autogiros con cámaras que NightStinger llamaba libélulas, ni tampoco el descubrir que su compañero vigilante era en realidad un trío de aventureros: el chofer asiático, un anciano blanco retirado y amargado —quien resultó ser el antiguo NightStinger — y el jardinero afroamericano que ahora portaba el estandarte. Lo que verdaderamente le sorprendió fue el gigantesco gorila espalda plateada, armado con un gran pistolón y un extraño cinturón de utilidades que estaba dándoles ordenes.

—Es un placer conocerlo, señor mi nombre es Ed Trevor. Soy el enlace entre la OSS y él Área— le dijo un hombre vestido de traje y corbata roja de cabellos castaños y rosto amigable— este es el agente Hound— señaló a un hombre vestido de negro con un circulo blanco en el pecho donde se podía ver la estilizada cabeza de un perro. El llamado Hound, cubría su rostro con un antifaz, se limitó a mostrarle los dientes y asentir cuando lo nombraron—. Ella es Lady Thorn— Ed señaló a una pelirroja con un ajustado traje blanco y verde, que también se limitó a asentir— y él es Silverback…

—La Gran Banana— lo interrumpió Hound— llámalo por su nombre.

—Siempre es un placer conocerlo, Mister Crow— el gorila estrechó su mano, y a Crow le asombró escuchar una educada y melosa voz de mayordomo inglés en su cabeza.

— ¡Siempre!— replicó el aludido, muy aturdido.

—Nos veremos en su futuro, mi pasado. Y, he conocido a otras versiones de usted en otros universos paralelos.

— ¿Universos paralelos?

—Será mejor no hablar de eso— le atajo un sonrojado y apenado Trevor— es muy confuso y no tenemos tiempo.

—Cierto, Ed— el Gorila se dio la vuelta y comenzó un discurso— Lo que viene allí es un paquete de invasión del Tercer Reich, cortesía del Clero Velado. No podemos dejar que llegue a tierra, ¿Alguna idea de cómo detenerlo?

—el Ultramericano.

—No contemos con el super patriota, Hound— agregó el gorila— Esta indispuesto.

—Perfecto, nunca se debe contar con los niños exploradores.

Los héroes guardaron silencio durante un rato, mientras Crow se dedicó a mirar su entorno. Lo hizo con ahínco y rapidez, porque se sentía demasiado culpable. Al fin y al cabo, aquel trabajo se había complicado en demasía, porque él se dejó llevar por sus miedos.

—A mí se me ocurre algo, pero creo que a NightStinger no le va a gustar— comenzó.

—Hare de tripas corazón, cuenta… hermano.

III

El ver como su plan cobraba forma lentamente, alegró mucho a Mister Crow. Con las libélulas, armadas, habían atacado al dirigible nazi, y luego con unos cohetes disparados desde la Belleza Oscura atrajeron al monstruo metálico hasta una parte de la ciudad que estaba deshabitada. Un barrio, otrora llamado, La ratonera, que fue adquirido por el industrial multimillonario Malcom Cranver, para ser demolido y construir allí un gran complejo urbanístico para los pobres y desposeídos.

La ratonera contaba con algunos edificios con suficiente altura, desde los cuales podrían atacar y abordar al zepelín, pero lo más importante es que no había nadie cerca, y por lo tanto no habría daño colateral.

—Los traga strudells están en posición— la voz de Ken se escuchó con claridad a través de los auriculares inalámbricos que el gorila les había regalado—. Y me he quedado sin munición.

—Piérdete en la noche, hermano— ordenó NightStinger desde una azotea. Crow lanzó la vista hacia donde se encontraba su amigo vigilante, se percató de que este se encontraba junto a Ed Trevor, los dos tenían unos extraños rifles con “mira telescópica” había dicho Hound. Aquellas armas le permitirían disparar como si fuesen francotiradores, con total impunidad.

— ¿Preocupado, guapo?

—No, señorita.

—Déjalo Thorn, creo que este cuervo no es del tipo amargado y ultraviolento que te gusta—. En el tono de Hound se podía sentir cierta amargura y celos.

—No te pongas celoso, mi cachorrito— ronroneó Thorn.

Seis fueron las explosiones que escucharon, y las que obligaron al trío a centrar su atención en el dirigible. Al parecer Trevor y Stinger habían disparado a gran velocidad, y las armas tenían algo que evitaba su detección al menos por el ruido. De alguna forma los nazis supieron donde estaban los francotiradores, pues en el dirigible se abrió una escotilla y de ella surgió un haz de luz verde esmeralda que impactó en la azotea haciéndola volar por los aires.

— ¡Qué demonios!

—Estamos bien— replicaron al unisonó—. Ed y yo, buscamos otro punto desde el que atacar.

—Copiado— resonó la educada voz del Gorila. ¿Cómo lo hacía? Se preguntó más de una vez.

—Es un telepata. Toda una caja de monerías— acotó Thorn, quien parecía entender lo que estaba pensando.

Míster Crow fijó de nuevo la vista en las azotea cerca, contra luz pudo observar la figura del gorila con la pistola en manos. Para su asombro, de esta surgió un haz de luz roja, la cual al impactar en la cobertura de la nave generó un gran estallido.

—Esa es nuestra llamada a escena— Hound desenvainó una daga, a la par que desenfundaba una Colt .45, tomaba impulso y saltaba hacia el dirigible que estaba cerca de ellos. Thorn lo imitó, salvo que ella se impulso por los cielos con una pirueta. Una vez en el aire, hubo una suerte de destello, y al cabo de unos segundos tres pelirrojas despampanantes caían sobre el dirigible.

—Sí, cuervito. Thorn puede multiplicarse.

Crow suspiró, cogió impulso y saltó sobre el Zepelín. En su mente solo había una frase: ¡Gerónimo!

El dirigible armado resultó ser más grande por dentro, que por fuera. Y, gracias al fuego de cobertura, los cinco héroes pudieron colarse dentro de la bestia.

—Hound. Ve con Crow al puente, trata de aterrizar este mamotreto— ordenó una de las Thorns—. Yo iré a la sala de maquinas, y ustedes a la bahía de carga.

—Me parece bien. ¡Cuídense!

—Si no tengo éxito, haré que esto estalle o se estrelle.

—Bueno, por algo propuse que la pelea fuese en esta parte de la ciudad.

IV

Hound resultó ser tanto, o tal vez más, sigiloso que él. Además, también poseía una capacidad, casi innata, para moverse por aquellos corredores y pasillos sin levantar sospechas. A su vez, los guardias nazis dentro de la nave eran pocos, y no esperaban ser abordados. Crow supuso que Silverback y los otros seguían atacando al monstruo desde una distancia razonable.

“Estos alemanes deben ser muy tontos o tener poca paciencia, para dejarse distraer por tres francotiradores” se dijo más de una vez, mientras avanzaban. En poco tiempo, alcanzaron las inmediaciones del puente, allí si había guardias.

—Tú por el de la derecha, yo el de la izquierda— le dijo Hound con un lenguaje de señas.

—No pienso matarlos

—Estamos en Guerra, Galán. ¿Acaso te ablandaste?

—Quien mata es NightStinger

—Ellos no tendrán compasión de ti— finalizó tajante a la par que se lanzaba por uno de los guardias, rápido como una serpiente. Crow, reaccionó en fracción de segundos, para no desperdiciar el factor sorpresa.

Solo hizo falta unos cuantos movimientos y los soldados cayeron al suelo. Uno no se volvería a levantar, para la tristeza de Crow. Sin mediar otra palabra, Hound, con pistola en manos, abrió la puerta y entró al puente disparando.

***

Llegar a la sala de maquinas también le resultó sencillo a Thorn, lo complicado vino al llegar a allí. Aquel sitio, caluroso y ruidoso, estaba concurrido. La cantidad de técnicos era asombrosa, pero peor eran los guardias. La joven pensó en duplicarse de nuevo, pero desechó su idea; tres más implicarían un gasto de energía y capacidad de razonamiento muy alto. Desenfundó su pistola, esta vez tendría que valerse por su cuenta.

—Buenas noches señores— soltó mientras salía desde las sombras— esto es cortesía del presidente de los Estados Unidos de América— puntualizó mientras les regalaba una lluvia de plomo.

***

—Herr Kapitán— comenzó uno de los técnicos en el puente— reportan unos disparos desde la sala de maquinas.

El capitán nazi no tuvo la oportunidad de replicar o dar una orden, pues en ese mismo instante Hound entraba como una tromba disparando a diestra y siniestra. Las balas dieron de lleno en los blancos, acabando con las vidas de algunos técnicos. Por su parte, Crow se valió de su shuriken para incapacitar a algunos, con una rapidez asombrosa, antes de que su amigo se percatara de ello.

El líder de aquellos hombres, por su parte, fue lo suficientemente ágil para eludir los disparos y cubrirse. Al cabo de unos segundos, una de las consolas, fue levantada en vilo, y arrojada hacia ellos. Hound y Crow, se movieron a la velocidad del rayo y la esquivaron.

Cuando todo el polvo y las chispas se asentaron, Crow observó a su adversario. El capitán nazi era un hombre alto y rubio, vestido con el uniforme de la luftwaffen. Hasta ese punto, todo parecía normal, salvo que la parte inferior del rostro era de acero y se asemejaba a una trampa para osos.

—Los amerikaners resultaron ser todos unos cobardes— replicó en perfecto inglés con un fuerte y marcado acento— ¿Esta el simio con ustedes? Tengo unas cuentas pendientes con él.

—Esta vez bailaras conmigo, Mandíbulas— Hound se levantó como propulsado por un resorte, mientras disparaba una andanada contra el alemán, que fue capaz de eludir la mayoría y embestirlo.

El héroe y el monstruo de metal se vieron enzarzado en una pelea cuerpo a cuerpo, donde el forcejeo estaba a la orden del día.

—No intervengas, haz que esto aterrice-. Exclamó Hound

El alemán gritó una orden en su idioma y los técnicos comenzaron apretar botones, Mister Crow reaccionó con rapidez y se abalanzó contra ellos. En cuestión de segundo, solo quedaba en pie uno, que intimidado por Crow estaba aterrizando el aparato.

El vigilante de ciudad República, escuchó un golpe atronador, y luego el chirrido que hace el acero al ser doblado. Volteó con rapidez y observó como Mandíbulas, incrustaba a Hound en una mampara.

***

Thorn logró poner los motores al mínimo, lo que haría que aquella bestia de metal descendiera lentamente. Ya, quedaba en manos de los pilotos si la estrellaban contra un muro o aterrizaba en una calle de forma cómoda.

—Misión cumplida— soltó la heroína, mientras seguía vigilando el proceso.

***

Míster Crow maldijo por lo bajo y reacciono arrojando tres shuriken contra Mandíbulas. Observó, no sin cierta sorpresa, como uno se incrustó en sus carnes, y los otros dos rebotaban en el torso del hombre.

El nazi giró y centró su atención en el vigilante, tomó los shuriken y se los extrajo, como quien se quita el sucio entre los dientes.

—Un orientalista— soltó —seguro manejas todas las artes marciales de oriente, y fornicas con monas de ojos rasgados. ¿No Amerikaner? No temas yo te voy a enseñar a ser hombre.

Como una locomotora el hombre se abalanzó contra Crow, quien a diferencia de su compañero, logró esquivarlo. El nazi rugió hecho una furia y lanzó una serie de contundente golpes que Crow logró eludir. Aquel gigantesco paleto bávaro tenía razón, el era un experto en los misterios de oriente, y gracias a las destrezas aprendidas de los maestros de aquellos confines, fue capaz de evitar cada uno de los toscos golpes que lanzaba. En cuestión de segundos, aquel monstruo estaba más furioso y cometía errores; por ejemplo dejó el flanco descubierto, lo que aprovechó el para probar un invento que se había reservado para Ultramericano.

—Eres una mariposa, no un cuervo— agregó furioso Mandíbulas.

—Esta mariposa tiene unos cuantos ases bajo la manga… además pica como avispón.

Crow presionó algo en su mano, a la par que se buscaba cobertura tras algunas de las estaciones. Acto seguido, las coyunturas del alemán comenzaron a estallar.

***

—Son exoesqueletos de combate. Tecnología muy avanzada para el año 39 del siglo XX.

—Aunque, están hechas con materiales de esta época, Thorn.

—Sí, Thorn… aun así.

—SilverBack dijo que el Clero está ayudando a los germanos.

— ¿EL GORILA ESTA AQUÍ?— inquirió una voz metálica, y las mujeres observaron como una armadura más grande cobraba vida— QUE GRAN SORPRESA. SÍ, EL CLERO ASISTE AL REICH, PERO A USTEDES NO LAS ASISTIRA NADIE.

V

NightStinger observó como el metal de la góndola se doblaba, y en cuestión de segundos se abría un boquete gigantesco. De ella salió una suerte de armadura de dos metros. Era de metal, con remaches y muchos distintivos nazis. Había calaveras, esvásticas y agilas. En las manos traía apresadas, tal vez muertas, a dos versiones de la pelirroja.

Desenfundó sus automáticas y las preparó, consciente de que no tenía tanto potencial de fuego para detener a ese monstruo.

—Es la señorita Thorn— dijo.

—Son solo dos— replicó Ed— mientras quede una con vida, esa pasa a ser la original.

—BUENAS NOCHER, HERR TREVORS, ES UN PLACER VERLO DE NUEVO.

—El placer es todo mío, Doctor—. Ed desenfundó un extraño objeto, que se asemejaba a una pistola salvo que el centro era rechoncho y el caño alargado y afilado, recordaba al pico de un pájaro carpintero.

— ¿DÓNDE?…

— Aquí estoy, Acero—, El Gorila cayó desde las alturas con la pistola en mano—. Sé que no te rendirás, pero aun así te lo pediré. Suelta a las señoritas y ríndete.

—CON GUSTO— el gigantesco robot arrojó a las copias de Thorn hacia ellos, con la esperanza de usarlas como armas. Los dos hombres y el primate superior las esquivaron. NightStinger, sintió una punzada de culpa al pensar en cómo los cuerpos femeninos impactarían el suelo y quedarían retorcidos. Pero, las nieblas del pesar se alejaron de su ser, cuando escucharon los vítores de unos adolescente. Sam y sus estudiantes, habían llegado a tiempo para salvar el día.

— ¡Fantástico! Un autómata totalmente funcional y autónomo. Salvo por la parafernalia ultraderechista, es una hermosa pieza de ingeniería.

—NO SOY UN AUTOMATÓN, PROFESOR THOMPSON. DIGAMOS QUE SOY LA SÍNTESIS DEL HOMBRE Y EL ACERO.

—Entonces es un organismo cibernético, un exoesqueleto.

—Basta de tecno jerga— replicó NightStinger—, ¿Se va a rendir o no?— el Doctor levantó una mano, en el centro de la misma había agujero que comenzó a vomitar plomo.

***

Thorn sintió, con frecuencia solía ser una suerte de calambre en el abdomen, cuando sus dobles fueron incapacitados. Sabía que no estaban muertas, pues cuando eso ocurría sufría un potente espasmo en el cuerpo. Aquello le indico que estaban en severos problemas, así que se dirigió al puente, a por Hound y Míster Crow.

En el camino se encontró con muchos guardias, los cuales estaban aturdidos. Algunos se rindieron no mas verla. Otros decidieron presentar pelea, para su tristeza, Thorn estaba apurada, y por ello no se anduvo por las ramas, dio muerte, con eficacia a todo aquel que osaba plantarle pelea.

No tardó mucho en dar con Hound y Crow. Su hermano de armas, estaba vapuleado, aunque insistía en ser capaz de seguir luchando. Mientras que Crow, solo se veía agotado. Sin duda, tuvo que luchar todo el camino hasta allí, sin contar su duelo con Ultramericano. El justiciero, le relató la pelea con Mandíbulas, y como acabó con el nazi que malherido pareció apagarse como una máquina.

Ella, por su parte, les refirió lo ocurrido, mientras les solicitaba ir a la bahía de cargo. De los soldados nazis, ya se harían cargo.

***

El blindaje del Doctor Acero resultó muy resistente a las balas de NightStinger, y también a las descargas energéticas las armas de Silverback y Ed. Por su parte, el armamento del monstruo tecnológico parecía superior, y este se deleitaba destruyendo todo a su alrededor, en medio de sonoras y metálicas carcajadas. Lo único de lo que se lamentó, fue lo abandonado del sector.

—YA ME LO COBRARE EN SANGRE AMERICANA— dijo más de una vez—, ESPECIALMENTE CUANDO ACABE CON USTED, AL FIN Y AL CABO, TODO ESTO FUE UNA ARGUCIA PARA REUNIRLOS EN UN SOLO LUGAR Y DARLES MUERTE DE UNA VEZ. TÍPICO, QUE CUANDO LOS TITANES LUCHAN, LAS CUCARACHAS SALGAN A VER.

“¿Eso es lo que somos? ¿Cucarachas?” pensó más de una vez NightStinger, quien oculto buscaba un buen ángulo para disparar.

—Samuel y yo les daremos tiempo— ecucho la voz de Silverback—. Busquen alguna juntura en el cuerpo o las articulaciones…

—Creo que las articulaciones están blindadas, desde la última vez— replicó Ed

—Aguzad los ojos, jóvenes aun— la alegría se notaba en la voz de Thompson, mientras avanzaba a gran velocidad hacia el monstruo de metal. El héroe científico avanzó a gran velocidad, y el vengador observó cómo, salidas de la nada, las manos de Thompson se cubrieron con una suerte de guanteletes de metal que emitían chispas. Armados con ellos, comenzó a golpear al monstruo; cada vez que alcanzaba el torso del Doctor Acero, el suelo retumbaba y un trueno ensordecedor acaballaba cualquier sonido en la otrora ratonera.

Golpe tras golpe, Thompson logró hacer retroceder al nazi cibernético, hasta que este fue capaz de detener al profesor.

—Allí, en la axila— gritó Ed mientras disparaba, NightStinger le tomó un poco de tiempo responder, pero logró aprovechar la oportunidad.

La extremidad estalló en chispas, a la par que el Doctor aullaba de dolor. ¿Cómo era eso posible? Se preguntó más de una vez NightStinger. El gigantesco gorila espalda plateada, apareció de la nada como un céfiro, tomó por las piernas al robot, mientras este aullaba de aparente dolor, y con un gran esfuerzo lo alzo para acto seguido estamparlo contra el concreto.

El suelo retumbó y una gran nube de polvo se elevó, cuando esta menguó un poco, NightStinger observó como Hound, Crow y Thorn salían del dirigible. Suspiró con alegría al ver a sus compañeros con vida.

De repente resonó la metálica risa de Acero, a la par que se escuchaba un conteo.

—AMERIKANERS SU FIN HA LLEGADO, PUES CUANDO UN TITÁN MUERE SE LLEVA TODO CON ÉL.

— ¡Va a estallar!— replicó Ed.

—Profesor, el Doctor Acero está emitiendo mucha radiación—. Soltó uno de los aprendices, la chica llamada Dédalo, infirió Stinger.

—Hay que activar el zepelín y sacarlos pitando de aquí— recomendó Ed.

—Tardaría mucho en prender, Señor Trevor— puntualizó Da Vinci.

—Además que los dirigibles no son tan rápidos— complementó Dédalo.

—Vamos a parar al otro barrio, sin duda— acotó Arquímedes— al menos que, alguien juegue su ultima carta—Presentó una suerte de caja metálica con un botón rojo, el cual oprimió y luego apretó— Señor, Ultramericano, ya está listo, a su máxima capacidad, mejor que antes.

—Copiado, Archie.

Se escuchó un sonido atronador, mientras que un fuerte viento lo sacudía todo y les obligaba a cubrirse el rostro para que el polvo no les sofocase. Quienes fueron capaces de observar, dirían haber visto un borrón azul, rojo y blanco. Este, aparentemente surgido de la nada, llegó hasta el exoesqueleto nuclear, lo tomó entre brazo y se elevó con él a las alturas.

Ultramericano voló demasiado rápido, tanto que se podía ver la estela, y media ciudad sufrió el efecto secundario de la barrera del sonido siendo ultrajada. Una vez llegó casi a la órbita, aprovechó la inercia y arrojó al nazi lo más lejos posible.

El Doctor Acero estallaría en el espacio, muchos en diferentes partes del hemisferio occidental, verían como una estrella brillaba con más fuerza que las demás durante unos segundos. Muchos pidieron un deseo, la mayoría que la guerra llegase a su fin pronto. Cerca de seis años después el mundo seria testigo de una explosión de ese tipo; y volverían a clamar por la paz.

VI

—Y tú querías matarlo— le comentó NightStinger a Crow mientras le tendía una manta y una taza con chocolate caliente.

—Por suerte, alguien me detuvo.

—Gracias, jóvenes. Espero que hayan aprendido algo de esto.

—Sí, que tus secuaces son peligrosos. Mucho — respondió NightStinger.

—Son un peligro

— ¿entonces ahora pelearan contra mí? Puedo con ambos.

—Yo no pienso luchar contra ninguno de nosotros.

—Me parece bien— el héroe abanderado descendió del cielo cubierto de escarcha. Se quitó el yelmo alado mientras tendía su mano a Crow—. Yo tampoco pienso luchar contra ustedes, y les traigo una propuesta.

Míster Crow estrechó las manos del parangón americano, mientras se preparaba para escuchar la idea del hombre del mañana.

—Sociedad, tal vez una liga dedicada a luchar por la justicia. De esta forma estaríamos coordinados para hacer frente a las amenazas por venir.

—La Cofradía Americana de la Justicia— intervino Silverback—. Ese será un gran nombre, para una gran organización.

—Ustedes están invitados a ser miembros.

—Gracias Ultra, pero nosotros somos Vaqueros de otro rancho…— comenzó Hound.

—Aceptamos— lo interrumpió Silverback.

—Pero, tal vez el Área no lo apruebe—. Comentó Trevor.

—Que lidien con ello— agregó el gorila— hasta ahora estos son los meta humanos más fuerte que hemos encontrado, y la única dimensión donde Ultramericano sigue vivo; con ellos de nuestro lado podemos vencer al Clero.

—No entiendo nada, pero bienvenidos.

—Ya habrá tiempo para comprender, Señor Crow. Este duelo de titanes solo ha sido el primero de muchos por venir.

Los héroes juntaron sus manos, y en ese momento prometieron defender el futuro. “Esta vez hay esperanza” pensó Silverback complacido.

***

En un oscuro bunker, que algunos descubrirán después en la isla de Malta, en el Mediterráneo, las tres mentes criminales más grande de la historia observaban una grabación de los eventos acaecidos en Ciudad República. Sus malignos ojos brillaban con una mezcla de alegría y envidia, la primera por ver a un rival caer, también por el reto que se les presentaba. Y la envidia residía en el hecho de no haber sido capaces de urdir un plan tan tortuoso como ese.

—Herr Dietrich— dijo una de las figura, con un delicado acento británico—. Transmítale mis felicitaciones al señor Himmler, por tan elaborado plan.

—Profesor James, su ejecución fue, cuando menos, tosca— replicó otra figura, esta salió a la luz, era un asiático vestido de seda verde y dorada, parecía una reliquia antigua extraída de la dinastía Ming.

—No sea tan cruel, Doctor Shaoran. Tomando en cuenta lo que sufrieron los americanos. Creo que fue un excelente trabajo. Nada comparado con la capacidad que la Detective de Baker Street poseía, ¿cierto Señor McDowell?— quien replicaba era un hombre de piel olivácea vestido a la usanza de los emires de Arabia.

— ¡Oh! Que estocada más cruel Sheik Al-Jebal. Nada como mi amor perdido. Eso sí que era un adalid de la justicia.

—Señor, ¿Cuál es su respuesta?— inquirió el alemán.

—La Cábala acepta en su seno— comenzó James McDowell— a las fuerzas del Tercer Reich, siempre y cuando nos pongan en contactos con sus aliados, del Clero. A cambio, nosotros enviaremos a nuestro mejor agente.

— ¡Oh, a ese kafir no! ¡No de nuevo, es una abominación! El mismo hijo de Iblis.

—Sí, The Claw irá a ciudad República.

—Entonces tenemos un trato, Herr McDowell.

—Y seremos testigos de un nuevo duelo de titanes— agregó Shaoran con una sonrisa de satisfacción.

Fin

Muchas gracias a Guillermo por esta genial historia. Es increíble todo lo que consigue introducir en menos de 5000 palabras.

Una lástima que DC no lo haya contratado para guionista de Dawn of Justice, posiblemente habría hecho mejor trabajo.

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Guillermo Moreno

Escritor de Ciencia Ficción y Fantasía, autor de Los Pistoleros del Infortunio, colaborador en Proyecto Pulp y Administrador del Blog "En la Antesala al Portal oscuro". Entre otros muchos proyectos.

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