La Reunión de los Siete

Corre el año 2450 en la tierra. Luego de las cruentas guerras del siglo XXI, la humanidad ha vuelto a empezar. Los sobrevivientes organizaron la tierra desde una nueva perspectiva: la comunidad de regiones. Esta sociedad es una encarnación de nuestras utopías: Es próspera, sustentable y pacífica. Comida, agua, alimento, energía y transporte son gratuitos para los habitantes de las 178 regiones esparcidas por el globo. El crimen y la miseria son solo recuerdos. No obstante, en el exterior de la región 23, más allá de las fronteras, se lleva a cabo una extraña reunión.

Desde Buenos Aires Argentina nos llega una relato del autor Sebastián Papotto, para participar en el Desafío del Nexus de Diciembre:

La Reunión de los Siete

Iskra pedaleaba por la maxavenida. Como siempre, elegía el carril superior para sus paseos. El cielo era azul y límpido, como siempre en esa época del año. Casi no llovía por esa época, y la mayoría de los días se sucedían en un azul continuo y uniforme. Mitad por naturaleza, mitad por biointervención, la cosa es que la región 23 tenía fama de ser la mejor climatizada del mundo. Luego andar un buen rato recorriendo el vial costero, pareció cambiar de opinión y bruscamente giró por una bajada que descendía directamente a los viejos suburbios, casi en el límite de la región, a esos edificios grises y vacios que, si mis lecturas de historia no me fallan, solían ser antes de la guerrai la capital de una de las naciones del cono sur.

Luego de pedalear unos veinte minutos en completa soledad, se cruzó con un puesto ambulante de revistas. Se divirtió un rato fingiendo elegir varias revistas, realizando la sencilla combinación de teclas para el retiro, pero cancelando la operación justo cuando la máquina comenzaba a expender la revista o el diario. Al final, eligió llevarse un panfleto ligero, que fue leyendo mientras tomaba una callejuela lateral. A las pocas cuadras el terreno comenzó a acusar una pendiente, por lo cual noté que nos acercábamos a las ruinas de la zona portuaria. Iskra frenó súbitamente (lo cual me obligó también a mí a frenar) y dejó el panfleto en el suelo. Cuando volvió a moverse, noté, por su incremento de velocidad, que había cambiado el modo de su ciclettii al automático. Si se alejaba lo suficiente, ya no podría alcanzarla, lo sabía. Lo sabía y, sin embargo, no pude resistir la tentación de detenerme a recoger el folleto que había tirado. Era un boletín rápido, de esos que se publican casi al instante de un acontecimiento importante. Este era del día de ayer.

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AGNOT – 25 de Abril del 2445 – 18:45 – Región 23 del sudoeste:

El día de hoy, aproximadamente a las 12:00 del mediodía, dos explosiones sacudieron la tranquilidad habitual de la próspera región 23. Luego de la explosión varios vecinos del arur 4 y el arur 5 realizaron llamadas alarmantes al comando de intervención, el cual acudió al lugar minutos después de los estallidos. El rápido reconocimiento del comando identificó que las explosiones sucedieron en las instalaciones del departamento de energía del área, el cual provee de electricidad a las arur 3, 4, 5 y 6.

En cuanto al origen de las explosiones, el comando en conjunto con el grupo de multingenieros determinó que estas se debieron a un error humano en la distribución potencial. “Esto sucedió debido a un desajuste de modelo –Nos comentó Eilin Suarez, multingeniera del departamento energético– como a que la cantidad de energía suministrada por las nuevas esferas solares es mucho mayor al que proveía el anterior modelo geotérmico, las coordenadas anteriores no distribuían la potencia con la fluidez y rapidez necesaria para la refrigeración normal”. Fuentes responsables del departamento energético del área aseguraron que los nuevos valores ya están cargados en el sistema, información la cual tranquilizo a los residentes afectados. Se estima que las arur 4 y 5 estarán sin energía aproximadamente hasta el día de mañana.

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Iskra sabía que la seguía, era obvio. La elección del panfleto, claramente alusiva al Burba, y además estaba lo del mensaje. Era clarísimo, casi un juego de niños para cualquiera que supiese algo de criptografía o que, simplemente, hubiese leído a Conan Doyle. Yo había hecho ambas: un profesorado en literatura (además de otro en filosofía y uno reciente en ciencias de la lógica) y un seminario de criptografía. Iskra lo sabía muy bien, y entonces el mensaje (secuencialmente una dirección) estaba dirigido a mí como un juego. Iskra sabía seguramente que no podría resistir a la tentación de leer el panfleto. Ahora que sabía adónde iba, no hacía falta seguirla tan de cerca. Pero, ¿sabía dónde iba? Las letras ciertamente formaban una palabra, seguida por un numero, lo cual era la coordenada exacta de una dirección, pero de una dirección que no existía, o que al menos no existía en el mapa actual, en el mapa de la región 23 del sudoesteiii, subdividida en 38 arur’s. Y no existía por la sencilla razón de que, por motivos de simplicidad, las calles seguían el formato 11X, es decir, eran un número y una letra. Las calles denominadas por un sustantivo, un adjetivo o un verbo existían o, mejor dicho, habían existido, hace 400 años. Curiosamente, algunas de esas calles, ahora en ruinas, existían todavía en la periferia de los antiguos suburbios, que era justamente la zona por la que ambos pedaleábamos. ¿Qué perdía intentando llegar? Según lo que recordaba (de joven había recorrido la zona exterior, e incluso había realizado un mapa de las antiguas denominaciones de las calles) la dirección en cuestión estaba a pocos minutos.

Justo antes de reparar en la vieja construcción (una antigua vivienda de dos pisos, con un jardín natural adelante y una fachada arcaica) que se ubicaba en la altura exacta, reparé en la ciclett de Iskra. Estaba estacionada justo delante de la verja, por lo que supuse que Iskra se encontraba dentro. Mientras estacionaba la vi salir por el hueco que en algún tiempo, siglos atrás, debió ocupar alguna puerta.

̶ Ya era hora –me dijo. No sonreía. No le conocía esa seriedad– Entrá de una vez, queres.

̶ ¿Entrar? –Pregunte estúpidamente mientras pasaba. El interior estaba, como era lógico, desierto y completamente en ruinas. Mientras reparaba en una ruinosa escalera que comunicaba con la planta alta escuche nuevamente la voz de Iskra.

̶ Subí. Ya están casi todos ̶ Giré la cabeza y ahí estaba, detrás mío. Bloqueaba la puerta de entrada, tenía una mano sobre la cadera y la otra en lo que parecía ser el bolsillo trasero del monniv .

¿Acaso escondía algo? Por alguna razón, aun desconocida para mi, había algo inquietante en su postura. ¿Qué hacíamos ahí de todos modos? ¿Por qué había comenzado a seguir a Iskra, en primer lugar? La había cruzado casualmente en la maxiavenida, eso era cierto. Me había mirado, en el segundo en que nuestros cicletts se cruzaron, de una manera extraña… ¿Lo había hecho? ¿Me había mirado siquiera? Ahora, mientras subía la escalera algo nervioso, era difícil saberlo. Era demasiado irreal la situación, y demasiado ridículo todo posible motivo. Solo me quedaba seguir subiendo, con Iskra a mis espaldas y la incertidumbre por delante.

La escalera daba directamente a un cuarto enorme y derruido, en donde me esperaban una mesa, varias sillas de maderav (es la primera vez que veía sillas de madera auténticas) y cuatro personas, dos hombres, una mujer y un adolescente andróginovi.

̶ Falta alguien más –Dijo Iskra, para sorpresa de todos. Un vistazo rápido a los presentes me alcanzó para comprender que todos estaban, molestos más molestos menos, tan desconcertados como yo: Ninguno parecía saber que hacía realmente ahí, en esa antigua vivienda en ruinas, en la periferia de la región. Iskra daba golpecitos de impaciencia contra el marco de la puerta. Se la notaba algo molesta. Levante la mano tímidamente, casi por educación, e iba a presentarme cuando Iskra me interrumpió.

̶ Usted se calla –dijo en voz alta, obviamente dirigiéndose a mi– Aquí nadie se presenta, ni dice su nombre, ni ninguna de esas pavadas. No hasta que llegue Zaria.

̶ ¿Zaria?

̶ Si, Zaria. La persona que falta. Veo que usted es especialista en realizar preguntas estúpidas. Aunque tal vez… tal vez no sean estúpidas, ¿no? –Y aquí sonrió– Bueno, bueno, como dice un viejo libro, “usted no se apure”. Siéntese y espere.

Todos habían escuchado las palabras de Iskra, que había hablado no tanto para mí como para todos los presentes. Fue un modo muy simple de explicarnos la situación y de revelar el plan de acción a corto plazo. ¿Qué hacíamos ahí? Esperábamos a Zaria, y Zaria llego unos diez o veinte minutos después. Entró directamente a la habitación, casi de la nada, como un fantasma, como si se hubiese materializado en la habitación contigua.

̶ Sos increíble –dijo Iskra, bastante molesta.

̶ Vine Caminando –Dijo Zaria a modo de única explicación.

̶ Sentate. No sabes lo que es la puntualidad. Debería pegarte un tiro –le respondió Iskra.

̶ Solo si tuvieses un arma –dijo burlonamente Zaria al momento que se cruzaba de piernas sobre una de las sillas.

Zaria se soltó el pelo, de un colorado verdoso, e inmediatamente este se volvió negro. Toda ella, que hasta un momento era como Iskra, muy blanca y de ojos celestes, se volvió un negativo de si misma: Morena y con brillantes ojos marronesvii.

Iskra, que hasta entonces había estado reposando contra el marco de la puerta, se puso de pie y caminó hasta el extremo opuesto de la habitación, donde había una gran ventana con un cortinal. A modo de cortina había una tela plástica, claramente colocada hace poco. Iskra la cerró de un tirón y nos encaró.

̶ Antes que nada, las presentaciones. Como todos ustedes saben, mi nombre es Iskra ̶ Como yo nunca había escuchado ese nombre estuve a punto de decir algo, pero la mano en alto de Iskra pareció atajar la protesta pavloviana de nosotros cinco. Zaria sonreía. Al vernos expectantes, Iskra continuó.

̶ Les pido que, por favor, no me interrumpan. Ustedes creen que yo me llamo de otra forma. Eso está muy bien, pero ahora, ahora y siempre en estas condiciones, y desde ahora mismo y en su fuero interno, y solo para ustedes pero también verdaderamente, soy Iskra –nos echó a todos una mirada divertida y continuó ̶ Y ella es Zaria ̶ dijo señalando a la sonriente Zaria cruzada de piernas– Y siempre que se refieran a nosotras, sea por verbo hablado o escrito, se referirán como a Iskra y a Zaria. Eso es primordial. Ahora, para continuar, los buenos modales exigen que yo sepa quiénes son ustedes –Iskra me miró con una genuina expresión de curiosidad, y luego miro a Zaria.

̶ Zaria, ¿Quién es este? ̶ Zaria me miro con seriedad unos segundos y luego respondió.

̶ No tengo idea, Iskra. Señor, ¿Quién es usted?

Efectivamente, aquello era o una prueba extraña o un juego idiota. Las caras de los restantes invitados rezumaban una estupidez análoga a la mía, pero en el rostro del andrógino pareció iluminarse una chispa de entendimiento, que sin embargo se guardó para sí. Algo exasperado, dije claramente mi nombre y mi apellido, edad y tareas actuales. Luego de oírme, Iskra y Zaria sonrieron.

̶ Usted es Dielo –dijo Iskra, nuevamente seria. Miró entonces al Andrógino y preguntó:

̶ Usted. Dígame quien es este hombre –El Andrógino me miró y respondió calmadamente: Dielo.

̶ ¿Y usted, andrógino, quien es? –Preguntó Zaria ̶ El andrógino respondió luego de unos segundos: Mysl.

̶ Excelente, excelente. Muy bien, Mysl –dijo Iskra ̶ ¿entendieron todos? ¿Entendió usted, Dielo?

Y Dielo, o sea yo, comencé a entender –Entiendo– Dije. Entonces se presentaron los cuatro restantes. Un muchacho de raza nubiaviii, alto y fornido al cual le costó bastante entender, terminó por recibir de Iskra el nombre de Byloe. El hombre restante, de aspecto maduro y gaffsix (que claramente parecía ser un catedrático o un investigador) se nominó a sí mismo como Gelsens, lo cual hizo sonreír a Iskra. La chica restante, menuda y de cara angulosa, recibió de Zaria el nombre Nadja.

̶ Muy bien –volvió a decir Iskra– queda entonces labrada el acta fundacional de Burba, acta que luego nuestra querida Zaria, que está grabando todo esto en cinta, se encargará de labrar por escrito y que luego cada uno de ustedes tendrá oportunidad y obligación de firmar.

̶ Deténgase –Interrumpió Gelsens– Hasta aquí le hemos tolerado pacientemente sus tonterías. Yo creo ver un poco o bastante de lo que viene con todo esto de los nombres falsos, pero así y todo creo que usted y su compañera de aspecto heracliteo deberían explicarnos, ya mismo y sin rodeos, por qué motivo nos han traído, citado o arrastrado hasta esta construcción pulgosa, y acto seguido…

̶ Acto seguido usted se calla, Gelsens –continuó Iskra– Ya les dije que, en lo posible, no me interrumpan y, si lo hacen, que no sea para exigir lo que de todos modos estoy a punto de hacer. Pero usted tiene razón, Gelsens, o al menos la tiene en algunas cosas. Aclaremos entonces los tantos. Primero, si, se puede decir que ustedes han venido hasta aquí engañados de algún modo. No obstante, no deben confundirse: No soy yo quien los ha engañado o, si lo hice, fue con su completo y total consentimiento. Usted sabe muy bien lo que creía pretender cuando Zaria lo citó aquí ayer, Gelsens, y no hace falta que se lo aclare yo ante el resto (Zaria soltó una risita y Gelsens la miró algo estupefacto). Segundo –siguió Iskra ̶ en breve voy a revelarle, tanto a usted como al resto, no lo que creen que los trajo aquí, sino lo que realmente los trajo. Tercero, Zaria de ningún modo es mi compañera. Es mi perro faldero –Llegado este punto y para total estupefacción de todos los presentes, Iskra sufrió un repentino ataque de risa, que fue celebrado por Zaria, que también reía y además la insultaba de pies a cabeza. Ambas ejercían una extraña fascinación en el resto de nosotros. Era patente que ambas nos tomaban el pelo, pero lo hacían de un modo completamente novedoso para nosotros. Había en sus gestos, en sus miradas y en sus risas una vitalidad… como decirlo… desquiciada, que ninguno de nosotros había visto antes. Si el resto seguíamos nerviosamente sentados en las sillas destartaladas era porque, tal vez inconscientemente, percibíamos que detrás de sus estupideces se escondía un componente realmente peligroso. Si. Detrás de esas fantochadas, y a pesar de lo exagerado y caricaturescamente “secreto” de aquella reunión de novela (o precisamente por eso mismo) yo percibía algo real, algo temible, monstruosamente real. No podía ni quería moverme.

Después de algunos minutos, ambas se calmaron e Iskra continuó la plática:

̶ Ahora que estamos un poco más calmados, voy a dejarme de tonterías y a intentar explicarles, queridos y queridas conciudadanos del globo, viajeros e investigadores de las 178 Regiones, buenos camaradas y amantes de la paz, el orden y el progreso, ¡si! ¡Voy a intentar explicarles por qué es que están ustedes aquí! ̶ Iskra había levantado el brazo y cerrado el puño, y mientras hablaba parecía prepararse para descargar un golpe sobre alguien o algo, pero en cambio se detuvo y miró estúpidamente a Zaria.

̶ Zaria, ¿Por qué están todos aquí? –preguntó.

̶ Están aquí porque saben lo del folleto –respondió Zaria con tono aburrido.

̶ En efecto –dijo Iskra, que había recuperado el tono decidido– Esa es una excelente manera de enfocarlo. Ustedes están aquí porque están enfermos. Y antes de que alguno se ofenda o se apure a mostrarme sus exámenes médicos, yo les digo que no tiene caso. Ustedes vieron el folleto y fueron citados, o fueron citados y vieron el folleto, o fueron citados por el folleto mismo, da igual. Causa y efecto, efecto y causa, es lo mismo. Lo que importa es la relación. Sepan que no fueron los únicos “citados”, no. Había muchos más, no importa cuántos. Muchos, pero no vinieron, como era natural. Ustedes, en cambio, vinieron. Están aquí, eso es un hecho. Y ese hecho es un hecho no natural, si entendemos natural como la conducta sana y racional de un ciudadano de las regiones, siempre feliz y realizado en aras del eterno progreso. “Progreso y sustentabilidad”, ¿no es ese el lema?

̶ Efectivamente ese es –Dijo Zaria.

̶ Gracias, mi querido Glaucon –dijo Iskra sonriente– Continuando con lo anterior, que ustedes estén aquí es una prueba de que su conducta no es del todo “sana y racional”. Como seguramente se estarán diciendo desde hace un rato: Esta reunión, esta casa, todo esto, es absurdo. Marcadamente absurdo, ¿no, Dielo? –Iba a decir algo, pero Iskra continuó.

̶ Es absurdo, y sin embargo nadie se ha ido de aquí, ¿cierto? Desde que entraron se dieron cuenta que, sea por lo que sea que hayan venido “engañados”, como bien dijo Gelsens, que eso era sólo una farsa. Y sin embargo nadie se ha ido todavía ̶ Iskra hizo una pausa. Nos miró una a uno con una mirada que encerraba una pregunta, o quizás una respuesta– Creo entender cómo se sienten –dijo entonces– Y es que yo misma me sentía así… de cierta manera me sigo sintiendo.

̶ Algo más ̶ Dijo Mysl

̶ ¿Cómo? Repita lo que dijo – Le ordenó Zaria. Pero fue Nadja la que habló.

̶ Estamos o queremos estar aquí porque de algún modo, inexplicablemente, pensamos que aquí hay algo más. Probablemente… probablemente sea que no haya nada, pero yo siento… o quiero… siento que debe haberlo.

̶ Va por buen camino, Nadja –Dijo Iskra– Su intuición es válida, pero deje que yo se lo explique. Eso es precisamente lo que todos estamos sintiendo o queriendo sentir: un afuera, un “algo más”. Pero, ¿Qué puede ser? Como bien sabe Dielo, que no por nada es un erudito en la historia de la civilización humana pre-regional, este mundo no tiene, en comparación a las sociedades occidentales del siglo XX o de la sociedad globocapitalista del siglo XXI, casi problema alguno. La población del planeta es ínfima. La descontaminación avanza indeteniblementex. La energía es libre y gratuita por al menos los próximos 2000 años, si la densidad poblacional se mantiene, cosa de la cual se asegura nuestro amado centro de control natal. En igual situación de gratuidad y abundancia se encuentran el alimento, el agua y el transporte. Cualquier ciudadano de las regiones, y esto es idéntico a decir cualquier ser humano, puede comer, alojarse y desplazarse por el globo casi gratuitamente. Ustedes tal vez no lo sepan, pero Dielo y tal vez Gelsens si: el grado de maquinización y distribución funcional del trabajo es una innovación propia de nuestra época y, en resumen, nunca en la historia humana el ser humano ha gozado de una libertad como la de ahora, casi absoluta, libertad para ejercer lo que se quiera o simplemente para no hacer nada y… en fin… como decirlo… esta es la primera sociedad en donde todos y cada uno de los seres puede optar, según su propio deseo y en libertad, por alcanzar su propia noción de felicidad.

̶ Una sociedad utópica, Millermianamente Feliz, libre de las ilusiones del progreso indefinido y del yugo de las tiranías nacionales –Dijo orgullosamente Gelsens.

̶ Nunca mejor definida –Acotó Zaria.

̶ ¿Qué es lo que buscan, lo que buscamos entonces, que es ese “de más”? –Nos preguntó Iskra. Nadja y Mysl, y también yo, dimos o propusimos someramente varios ejemplos, pero al instante comprendimos que cualquier experiencia, bien u objetivo que nos propusiéramos podía ser, por mas difícil que fuese, posible de cumplir según las vías normales de la sociedad a mediano o largo plazo.

̶ Como ven. –Dijo Zaria– todas sus metas, todos sus deseos, que naturalmente son razonables y deseables, en una palabra buenos, están ya en la lista de posibilidades de nuestra moderna sociedad de regiones.

̶ Y por eso mismo es perfecta –Sentenció Gelsens.

̶ Perfecta –continuó Iskra– si, es perfecta. Usted ha dado en el clavo, Gelsens, pues ese es precisamente el problema: que es perfecta, si por perfecta entendemos a una estructura que cumple sobradamente con las necesidades de sus componentes, una estructura que, sin violentar a ninguno, a todos engloba y satisface. De manera que ese algo más, si nos falta, no puede ser nada razonable… no puede ser nada bueno, nada que se subordine a un orden.

̶ Lo que ustedes vinieron a buscar, lo que ustedes desean, ustedes ahora miembros de Burba, es el Caos.

̶ ¿Qué quiere decir? –dijo Gelsens, que ahora parecía comenzar a comprender y a alarmarse en igual proporción.

̶ El caos quiere decir el caos, Gelsens –dijo Zaria– Caos, desorganización, desintegración de esta sociedad tan perfecta y tan bonita.

̶ ¿Qué quiere decir? –Volvió a preguntar Gelsens– No tiene sentido. ¿Con que fin, con qué motivo recurrir a esas violencias pasadas? Es innegable que el fin del ser humano es llegar a su propia felicidad, y si por fin construimos en una sociedad que logra ese objetivo entonces…

̶ No hay motivo, idiota –Lo interrumpió Zaria.

̶ Que la felicidad es el fin del ser humano es del todo y muy fácilmente negable, mi querido Gelsens –dijo Iskra– Esa es justamente la cuestión de fondo de todo esto. La felicidad individual o global, cualquier tipo de felicidad, la felicidad en sí misma, no nos satisface. Si le soy sincera, tanto Zaria como yo estamos del todo hartas de esa fastidiosa felicidad, y creemos que ustedes también lo están… lo están, aunque aun no lo sepan.

̶ Volviendo a lo del folleto, ya sabrán que fuimos nosotras las que pusimos la bomba.

Las palabras de Zaria, seguidas por un silencio mortal y por un aluvión de miradas en busca de auxilio o explicación, nos cayeron como una descarga eléctrica o como un golpe de stonxi, pues contrariamente a lo que dejó entender Zaria, ninguno de nosotros sabia o siquiera había pensado que la difundida explosión del centro de energía se debiese a otra cosa que a un desperfecto técnico, como bien explicaba el panfleto. Bien podría tratarse de un chiste, pero la seriedad y la ferocidad en los rostros de ambas muchachas dejaban entender que hablaban en serio. El rostro de Gelsens estaba mortalmente serio y rígido. Noté que tenía los puños apretados.

̶ Explíquese. Explíquese ahora mismo –Exclamó Gelsens.

̶ ¡Pero vamos! Usted no se habrá creído esa cantinela de la distribución energética y bla bla, ¿verdad? Me extraña de usted, Gelsens, que presume de lógica y sentido común. ¿Cuántas explosiones por “desperfectos” ha habido en las últimas décadas? Yo me arriesgaría a decir que ninguna, o al menos ninguna de que hayamos tenido noticias, y sin embargo usted creyó que… ya veo. No podemos negar, Zaria, que el poder de la negación es un arma asombrosa.

̶ Fueron bombas –dijo Zaria– bombas caseras. Yo misma diseñé los componentes y luego envié los planos por separado a varios impresores en distintas regiones. Luego simplemente retiré las partes y ensamblé yo misma los componentes. Como se imaginará, tengo muchas más.

̶ Volamos la central porque estamos cansadas de la energía gratuita, porque estamos cansadas de todo. Y no pida explicaciones, Gelsens. Al ser humano integro no le basta la regordeta felicidad. Quiere también la libertad, y cuando la felicidad lo engloba todo, cuando el bienestar abarca y permite todas las opciones, la verdadera libertad exige la infelicidad y la destrucción.

̶ Pero no para otra cosa –la remedó Zaria, como si fuesen dos actores teatrales– no para otra cosa, no. Lo negativo tiene hoy día un valor autóctono, un valor por sí mismo, y es así porque, hoy en día, y escuchen bien lo que viene, hoy en día la destrucción y el caos son la única revolución posible.

̶ En la sociedad de la felicidad, luchamos por la desgracia –dijo Iskra.

̶ En la sociedad de la abundancia, luchamos por la miseria –dijo Zaria.

̶ En este mundo sustentable, lucharemos por la crisis –dijo Iskra.

̶ En estas regiones seguras, lucharemos por la muerte –dijo Zaria.

̶ Entre las gentes pacificas volaremos cosas –Dijo Iskra.

̶ Lo revolucionario en nosotros exige la sedición y la corrupción –Dijo Zaria.

̶ Si dios ha resucitado, lo mataremos de nuevo –Dijo Iskra.

̶ Si por fin Babel fue edificada, la echaremos por tierra, una y mil veces, hasta que no quede nada –dijo Zaria.

̶ Que el caos y la anarquía ganen las calles, ese es el objetivo de Burba. ¡La sangre por la sangre, la bomba por la bomba, la mierda por la mierda! –Exclamó Iskra.

Mientras Iskra y Zaria continuaban arengándose y desafiándose con proclamas cada vez más extrañas e irracionales, note que Gelsens se aproximaba lentamente hacia la escalera. Claramente quería escabullirse, y para eso necesitaba ganar la calle sin ser detenido. Pese a la algarabía del momento, Iskra noto sus movimientos. Dando un salto que me recordó al guepardo, Zaria se interpuso entre la puerta y Gelsens. Su cabello había cambiado nuevamente a un rubio pálido, y sus ojos eran ahora verde grisáceo.

̶ ¿Qué hace, adonde piensa que va? –Preguntó Zaria– Nadie sale de aquí hasta que se levanta la sesión.

̶ ¿Qué? Usted que se ha creído –le respondió Gelsens, ya visiblemente indignado. Zaria no hizo caso de las palabras de este, y agregó ̶ Iskra decide cuando se levanta la sesión, y hasta entonces usted se queda aquí.

̶ Apártese –le respondió Gelsens– Le doy dos segundos. Ustedes están claramente desequilibradas. Pueden por lo que a mí respecta, hacer lo que les plazca, pero yo me debo a mis deberes de civil de la región 23, y deberé informar de esta reunión en la próxima asamblea urbana, para que las autoridades correspondientes decid…

Gelsens no llego a terminar la frase, pues un horrible estampido sacudió el aire. Sonó como un fuego decorativoxii, pero más simple y… como decirlo… arcaico. Luego del estampido, mis oídos se llenaron de un horrible pitido, y noté en el aire un olor rancio y vagamente familiar.

̶ ¿Pólvora? –Preguntó asombradísima Zaria ̶ ¿conseguiste una a pólvora?

Gelsens yacía desplomado boca abajo. En su espalda, a la altura de los omoplatos, el monn comenzaba a translucir una gran mancha de sangre. Iskra sostenía en su mano derecha un curioso artefacto metálico, que parecía algún mecanismo sacado de alguna máquina antigua, que me recordó a los pistones y a las bujías que de niño vi en algún museo. Mirando con más atención, vi que el artefacto constaba de un tambor metálico y un tubo del mismo material. El tubo aun humeaba, y entonces comprendí, o más bien recordé, lo que estaba viendo: Estaba en presencia, por primera vez en mi vida, de un arma de fuego.

̶ Es una preciosidad –Dijo Iskra– casi una pieza de museo. A tambor y de seis balas, ¿podes creerlo?

Zaria no respondió, pero en cambio nos miró detenidamente a todos y a cada uno de los restantes. Habíamos presenciado un asesinato… no. Una ejecución, aquello había sido, a todas luces, una ejecución.

̶ Con esto finaliza nuestra divertidísima reunión –Dijo Zaria. Y agregó– Espero que todos hayan comprendido por qué vinieron y por qué siguen aquí, pues veo que no se han ido. Saben, es genial que no hayan querido irse.

̶ En efecto, me hubieran puesto en un aprieto –dijo Iskra– como sólo tengo cinco balas, habría tenido que acusar excelente puntería para matarlos a todos.

Antes de irnos de lo que sería luego llamado “la reunión de los siete”, y que aún mas adelante pasaría a los libros de historia como la reunión fundacional del grupo anarquista (o terrorista, según la tendencia del traductor) Burba, Iskra me asignó el puesto de notario oficial del grupo, puesto que Zaria debería cumplir el papel de secretaria general, papel que en un principio habían pensado para Gelsens.

i Por “la guerra” se entiende, como es natural, la serie de conflictos bélicos que, durante la segunda mitad del siglo XXI, prácticamente destruyeron la civilización humana como hasta entonces se la conocía. Las causas de esta guerra, como mas adelante nos explicaría Iskra, fueron varias, pero entre ellas destacan fundamentalmente cuatro: crisis energética, crisis alimenticia, crisis monetaria y crisis técnica. La respuesta a esas cuatro problemáticas fue la organización del globo en “regiones”, lo cual fue facilitado por la drástica reducción poblacional que experimentó el planeta. Se estima que en el año 2030 había en el planeta 12 000 millones de personas. Para el año 2115, que fue cuando comenzó la reorganización, había en el planeta menos de 500 millones de personas. El proceso de reorganización implementó la revolución energética, principalmente sustituyendo los fósiles por energía geotérmica y energía solar, y recientemente energía Teslectrica (es decir, electricidad inalámbrica proveniente de la ionosfera). La revolución energética posibilitó la posterior revolución técnica y, con ella, la sexta revolución agroganadera.

ii El Ciclett es un vehículo de dos ruedas, que tiene su predecesor en la bicicleta o la motocicleta antigua y, de hecho, es una feliz combinación de ambos. En su modo analógico o manual, es una bicicleta asistida con compensadores de gravedad y un sistema de distribución de peso automático. En su modo automático, es una motocicleta eléctrica que funciona con energía solar o con cargas eléctricas. Lo innovador de este vehículo es que parte de las cargas eléctricas son cargadas por el pedaleo del ciclista en modo analógico. Así, uno puede cargar su ciclett simplemente manejándolo manualmente.

iii En el mundo actual, y desde el periodo posterior al enorme conflicto bélico del siglo XXI, la mayoría del planeta se halla deshabitado. La civilización humana puebla el globo dividida en 178 regiones. Cada región tiene la extensión de lo que en los viejos tiempos se consideraba una “metrópoli”, y está conectada con el resto de las regiones por una enorme red de MAGLEV (trenes de levitación magnética) y GEO – T (trenes entubados a energía geotérmica). El resto del planeta está o bien en estado salvaje (48%) o bien subdividido en áreas turísticas (12%) o bien dedicado a la obtención de alimentos (20%) o bien dedicado a establecimientos industriales y de obtención y generación de recursos (20%)

iv El Monn es una prenda única universal, diseñada desde los antiguos monos industriales. Suelen ser de tela sintética electrificada, por lo cual pueden adoptar numerosas configuraciones, ensanchándose o ajustándose, acortándose (comprimiéndose) o alargándose (distendiéndose) según las necesidades del usuario. Son generalmente rojos, grises o verdes, pero los modelos más modernos y caros cambian de color y tonalidad, llegando incluso a adquirir texturas predefinidas y hasta texturas del entorno inmediato. Los Monn de los comandos de intervención, conocidos como Comonn o Monn’s de combate, son siempre de color negro y poseen además funciones defensivas de endurecimiento y descargas eléctricas. El Monn de Iskra, por el contrario, era Artesanal, es decir, confeccionado por ella misma, por lo cual no difería de un antiguo mono.

v Los muebles, utensilios y en general, cualquier artefacto de madera, eran rarísimos en la sociedad postguerra. La gran mayoría de los objetos eran de fibra de polietileno o similares materiales sintéticos, puesto que eran producidos por los enormes impresores cúbicos. Los impresores cúbicos son gigantescas maquinas que producen, cual una impresora, todo tipo de objetos necesarios. Trabajan principalmente con materiales plástico eléctricos, lo cual conlleva que los objetos sean fundidos y reutilizados constantemente según necesidad, sin que esto suponga la demanda de nueva materia prima.

vi Los andróginos son una innovación sexual relativamente reciente (el primer caso registrado apareció hace apenas 20 años, si bien se piensa que hubo casos no documentados más antiguos). Es aún materia de investigación, y de una muy interesante, si su origen obedece a una mutación de carácter natural o si es el resultado de los cambios psicofísicos (principalmente de alimentación y medicación) resultantes de la reorganización. Los Andróginos son bastante variables en su aspecto físico, pudiendo orientarse bien hacia la masculinidad, bien hacia la feminidad.

vii Los “discosm” o “dispositivos cosméticos universales” son un invento bastante reciente, y prácticamente son imposibles de conseguir para el grueso de la población. De hecho, su existencia se hizo pública en la exposición científica de la región 45 en el año 2399, e inmediatamente se clasificó el invento como de uso restringido a pacientes con deformidades o insuficiencias estéticas. Zaria no era ni lo uno ni lo otro, y es un misterio como pudo lograr hacerse de uno. No obstante, Iskra sostenía la teoría de que este dispositivo estaba siendo usado con fines de control y espionaje por ciertos miembros del comando de intervención.

viii La especie o Raza Nubia, dentro del género humano en general, es la raza más pigmentada del globo. Su pigmentación es idéntica a la de las razas africanas nativas de principios del novecientos, pero sus rasgos faciales presentan mestizaje de otras razas, principalmente árabes y asiáticas medianas.

ix Sucesor de las gafas modernas. Sus lentes, de un policromo semisólido refractario, poseen la capacidad de cambiar constantemente la graduación del aumento, adaptándose a los cambios del ojo para dar en cada instante una visión óptima. De igual modo modifica la transparencia según la luz o la humedad, e incluso varía su temperatura según el clima.

x Por descontaminación se entiende el conjunto de procesos globales llevados a cabo por las regiones para revertir los efectos ambientales nocivos de las sociedades industriales del siglo XX y XXI. Enormes equipos purificadores y diversificadores trabajan constantemente en el saneado del aire y del agua, solo para dar un ejemplo.

xi Por Ston se entiende a los campos magnéticos de ciertas plataformas. Estos campos magnéticos son por lo general invisibles al ojo humano, y se usan para proteger áreas no accesibles o maquinarias delicadas. Si algún ser vivo se topa distraídamente contra una pared o una barrera de ston, recibe un choque de energía cinética.

xii Sucesor de los fuegos artificiales del siglo XX. Los fuegos decorativos, solo permitidos en las fiestas oficiales de cada región, liberan, además de la típica explosión a pólvora y demás polvos inflamables, polvos electrónicos que se combinan y cambian entre sí de forma y color, plasmando en el cielo todo tipo de dibujos y figuras.

Fin

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Si quieres leer mas de lo que escribe Sebastián puedes revisar su blog: http://alsosprachsebastian.blogspot.com/

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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