Holwod

Cuando la chispa de la vida resucita un monstruo nadie sabe por qué tan bello don le fue otorgado de nuevo.   Un niño perdió a su familia y a todos los habitantes de su pueblo pero logró ver al asesino. Años después la tragedia parece que se repetirá en el lugar donde continuó su vida.   El asesino fue despertado por unos jóvenes imprudentes y aunque es muy poderoso, porque es un dragón, tiene extrañas limitaciones.   El monstruo es la gran incógnita para la gente. ¿De dónde vino? ¿Hay más como él? Y lo más terrible. ¿Cómo combatirlo?   Las pequeñas poblaciones se encuentran en difíciles circunstancias, su tradición oral habla de un pasado ahora imposible de imaginar, con un raro nombre: Holwod, de ese pasado llegó la muerte en forma de bestia.

Joseín Moros regresa a La Cueva del Lobo con una nueva historia para el Desafío del Nexus de Octubre:

 Holwod

Fue al mediodía cuando el dragón despertó. Nadie más supo de los hermanos Scott, esos dos hicieron una apuesta con la pandilla, dijeron: «Pasaremos una noche en la montaña Holwod y si es verdad que existen tocaremos con nuestras manos a los monstruos» Y los estúpidos viajaron a caballo quince jornadas para llegar hasta allí.

 

Meses después el pueblo Río Blanco fue destruido, las llamas consumieron sus casas de madera y murió más de la mitad de la población. Los sobrevivientes huyeron. Una mañana mientras levantaban el campamento los alcanzó el dragón. Sólo quedó un niño de nombre Tob, escondido debajo de una carreta y caballos asados.

 

Cuando la oleada caliente pasó por encima, el olor a carne quemada de gente y animales se introdujo en su cuerpo y nunca más lo pudo olvidar. Horas después y con mucho terror pero igual magnitud de curiosidad asomó su cabeza a la luz del sol y lo vio.

 

Estaba inmóvil, tenía sus alas negras abiertas, a Tob le pareció que las calentaba con la luz del sol. También le pareció más alto comparado con cualquier árbol de la comarca y sus escamas mucho más duras que el hueso. Tenía manchas en el cuerpo como una pieza de metal que estuvo largo tiempo bajo tierra, los pequeños ojos cerrados y la boca abierta mostraban una temible expresión de ferocidad, eso obligó al niño a hundirse de nuevo bajo los humeantes restos de madera y carne quemada.

 

Llegó la noche y el dragón casi no se movió, ahora estaba de cara al oeste. Tob aprovechó la luz del fuego aún ardiente en los restos de la caravana de carretas para continuar observando al dragón. El niño supuso que el monstruo estaba durmiendo parado en sus dos patas y la gruesa cola, vio los brazos caídos y las garras medio cerradas, aunque las alas continuaban extendidas. Entonces comenzó a llover con mucha fuerza y los relámpagos a cada instante le mostraron la intensa imagen del gigante blindado. De sus alas caían cascadas de agua y uno de los chorros golpeaba el costillar izquierdo a la altura del corazón, la luz de otro relámpago le mostró al niño un movimiento y unas imágenes que no pudo comprender.

 

<< Dos soles, una serpiente y dos cabezas de dragón con la boca abierta >>

 

Al amanecer la bestia despertó cuando la luz tocó su cuerpo. Se estremeció como si el frío de la noche lo hubiera estado torturando. Con lentitud puso cara al sol del amanecer y de manera similar a las serpientes dejó que su cuerpo absorbiera calor. Después del medio día agitó las alas, dio pasos temblorosos en un intento frustrado de volar, entonces con movimientos de anciano y traqueteos de articulaciones se alejó arrastrando las patas. El niño lo vio desaparecer detrás de las colinas.

 

Tob siguió los rieles oxidados de un tren, parecían huesos roídos por generaciones de ratas, ya no guardaban algún parecido con lo que una vez fueron. Durante casi un año se alimentó de alimañas y tallos. Bebió de la lluvia y durmió en lo alto de los árboles, había sido hijo de un buen cazador, eso lo salvó.

 

El niño tenía nueve años cuando llegó a un pueblo de nombre Río Turbio y allí contó su historia. Un cazador de pelo canoso lo llevó aparte y le hizo muchas preguntas, le llamaban el viejo Mentirita por sus increíbles historias. Se hicieron amigos y vivieron como los vagabundos de Río Turbio porque nadie quiso hacerse cargo de un muchacho que podía mentir con tanta facilidad y tal vez tuvo alguna enfermedad contagiosa. Esta fue la conclusión de los importantes de la población: Con seguridad hubo una epidemia en el pueblo de Tob y el muchacho enloqueció por la fiebre, en ese Río Blanco la gente era muy enclenque, siempre prefirieron no asistir a las Ferias de Mercado de cada diez años en la llanura, se creían los mejores, no les gustaban las competencias de matanza de pavos, ni la cacería de ratas negras, odiaban el tradicional Pastel Ratavo, deliciosa rata con cabezas de pavo, orgullo de Río Turbio. Sí, ellos murieron de alguna fiebre, concluyeron todos los importantes del pueblo.

 

Los años pasaron y Tob se convirtió en un buen cazador, tal vez el mejor, pero no le dieron mérito, para todo Río Turbio el joven Tob continuó siendo un extranjero hasta que la bella Lily puso sus ojos verdes en él. Fue cuando regresó con la cabeza de oso más grande que nadie había visto, la huella sangrienta de un zarpazo en el pecho y su hacha de hierro con el mango partido. Todos imaginaron la lucha de Tob contra el oso que estuvo matando ganado y al cual no pudieron exterminar las partidas de cazadores, todo lo contrario, el oso devoró a unos cuantos pueblerinos. El solitario y silencioso Tob de nuevo cobró una pieza importante, la más importante, y la muchacha se encargó de hacerle la debida publicidad como hija del hacendado más rico de Río Turbio.

 

El matrimonio ocurrió al año siguiente y Tob ascendió en la escala social, por supuesto la bella Lily le enseñó modales y hasta a reconocer las letras y algunas palabras, porque ella tampoco sabía mucho sobre lectura. Para ayudarse a recordar las letras Tob ideó compararlas con objetos y animales, al deletrear durante una de las lecciones un recuerdo relampagueó en su memoria: los puntos brillantes en el corazón del dragón los vio de nuevo con claridad y permaneció en silencio. Estaba muy confundido, no pudo llegar a una conclusión respecto al terrible recuerdo, unas palabras de su viejo amigo Mentirita repercutieron en su conciencia: «mis abuelos decían que en el corazón de los monstruos está la chispa de su vida y el toque de su muerte»

 

 

Tob y Lily se convirtieron en padres de una bella niña de nombre Iza. El día de su segundo cumpleaños entraron en el pueblo siete hombres a caballo vestidos de extraña manera. Nunca antes en Río Turbio se había visto una armadura, los siete hombres las llevaban sobre la grupa de los caballos y en sus manos cada uno portaba una lanza de madera con punta de hierro, las temibles armas tenían cada una más de cinco metros de longitud.

 

Unos llorando y otros apenas pronunciando cortas palabras contaron sus historias. Provenían de siete pueblos diferentes a los cuales el dragón había visitado un brillante día en los últimos años. Todos decían lo mismo: llegó volando, incendió las casas con su aliento y después se quedó allí, con las alas abiertas, inmóvil como una tortuga de agua al sol.

 

Los siete jinetes, ahora reunidos con la gente en la plaza de Río Turbio, hablaban casi al mismo tiempo. Se les veía el terror en las caras, sólo sus caballos parecían calmados.

 

—No se come nada, persigue a la gente y destruye las caravanas. Todos somos sobrevivientes de nuestros respectivos pueblos porque logramos escondernos en los bosques. Permanecimos cerca y observamos al dragón durante días. Estuvo descansando al sol y en algunas oportunidades se alejó caminando, otras voló a trechos durante el día, a cada instante cayó de nuevo al suelo como si estuviera exhausto.

 

–Ninguno lo hemos visto volar en la oscuridad, prefiere los días soleados. Tampoco ruge, es mudo como las serpientes, pero sus entrañas producen sonidos horribles.

 

—Yo venía llegando a mi pueblo cuando el ataque, desde lejos lo vi quemando los techos hasta que se le acabó el aliento.

 

— ¿Se le acabó el fuego? —Tob, ahora reconocido como gran cazador pero casi mudo habló y toda la gente del pueblo cerró la boca, era un evento anormal oírlo tomar la palabra en público.

 

—No vimos fuego saliendo, pero su soplo incendiaba todo y hasta derritió las piedras. Cayó al suelo como si estuviera muy cansado por el esfuerzo de quemar y quemar.

 

—En la iglesia de mi caserío había una pintura con un hombre a caballo matando un dragón. Hicimos estas armaduras y lanzas como las recuerdo, seguro podremos matarlo.

 

Tob habló de nuevo y la gente dejó de respirar para oír mejor.

 

—Los caballos tendrán miedo y no se acercarán al dragón, esas armaduras son pesadas y ustedes no podrán correr, si lanza fuego morirán asados dentro del hierro caliente. Sólo me parece buena idea la longitud de esas lanzas. ¿Y cómo lo encontraran?

 

—Fácil, lo esperaremos aquí. Viene a destruir Río Turbio.

 

Comenzaron los gritos de pánico.

 

— ¿Cómo lo saben? —gritó Tob.

 

—En invierno se mueve más despacio y vuela poco, lo seguimos desde hace varios meses, nos adelantamos para saber si había algún pueblo en su ruta y los encontramos a ustedes. Aquí lo enfrentaremos cuando pierda la fuerza, sólo tenemos que estar preparados durante el día, casi nunca vuela de noche.

 

— ¿Casi nunca? Yo entendí que no vuela de noche —otra vez Tob fue quien habló.

 

—A mi pueblo llegó al final de la tarde, nada quedó en pie y casi todos murieron.

 

— ¿Dónde está el dragón? —Tob masculló en voz muy baja pero todos lo oyeron.

 

—Creemos que llegará mañana al medio día, si no hay muchas nubes vendrá volando, la última vez que lo vimos estaba muy lento. Sólo caminando tardaría otro par de semanas en llegar hasta aquí.

 

Tob observó el cielo, sobre el pueblo las nubes proyectaban sombras pero hacia el horizonte del lado por donde llegaron los siete hombres a caballo el firmamento estaba azul. Entonces saltó a su montura y desde allí gritó órdenes. La población quedó hipnotizada, nunca lo habían visto tan comunicativo.

 

—Corran a sus casas, carguen agua y comida, nada de carretas o caballos, el dragón los ve desde lejos. Métanse en los bosques, en las hondonadas más profundas con árboles grandes que protejan del fuego. El dragón atacará hoy.

 

Miró a los caballeros y gritó con más fuerza.

 

—Boten esas armaduras, dejen ir los caballos, conserven lanzas y hachas. Escóndanse en ese bosque, lo enfrentaremos cuando termine el ataque.

 

Entonces cabalgó hasta su casa, ayudó a su familia a preparar pellejos de agua y bolsas con carne seca. Besó a su esposa Lily y a su hija Iza. Los viejos sirvientes iban con ellas.

 

—Vayan lejos de grupos, desde arriba no podrá verlos. Cuando oigan algún ruido en el aire deben ocultarse debajo de las copas de los árboles más grandes.

 

Regresó a la plaza y soltó el caballo. Se sorprendió cuando cuatro hombres de armadura lo miraron desde la puerta de la iglesia; sólo tres de ellos habían seguido su consejo. Allí estaban, a pie y con sus lanzas en la mano. Entonces les hizo señas para que lo siguieran.

 

Mikel, herrero por quinta generación, estaba todavía allí escondiendo sus herramientas en un agujero excavado en la tierra. Miró a Tob y sin esperar palabras encendió la enorme fragua y presionó los fuelles detrás de las paredes de piedra refractaria. Bajo la observación de los tres hombres armados con lanzas Tob dio instrucciones para que Mikel modificara la punta de una de esas armas. Terminaron la tarea al mismo tiempo que la oscuridad total llegó, entonces el ruido más aterrador oído por los cuatro hombres en todas sus vidas llegó desde el negro cielo.

 

Apenas tuvieron tiempo de refugiarse detrás de las paredes de la fragua.

 

—Hay mucha oscuridad, no podemos verlo. Sus alas suenan como los golpes de la vela de un barco, está más fuerte que antes —mascullo Tob.

 

 

La noche fue larga y triste. Desde las alturas el dragón barrió cada una de las casas, su fuego asombró a todos. A Tob le parecieron manojos de largos y rectos tallos de bambú naranja, brillante en la oscuridad pero casi invisible a la luz del día. Cuando el humo fue atravesado por esos rayos se volvieron más evidentes. Partían desde el interior de la garganta del monstruo y a medida que transcurrió el tiempo disminuyeron en número hasta desaparecer. Entonces el dragón cayó al suelo sobre las llamas pero no sufrió daño.

 

<< Nació para vivir en el fuego>> —pensó Tob.

 

Tambaleante la bestia se irguió sobre piernas y cola, con las alas abiertas quedó de cara al próximo amanecer.

 

En ese momento de la oscuridad surgieron los cuatro caballeros de armadura, apuntaron sus lanzas al abdomen del monstruo, lanzaron un grito de guerra y al mismo tiempo corrieron para ensartar la presa. Los cuatro rebotaron, dos de las pértigas se rompieron y el dragón bajó la cabeza. Un débil racimo de luz cubrió a los guerreros y enrojeció el metal de las armaduras, por las juntas salió el humo de la carne quemada.

 

Uno de los caballeros parapetados con Tob detrás de la herrería, bañado en sudor por el intenso calor corrió a gran velocidad y lanzó un grito de guerra, el sacudón de la cola lo disparó hacia la derrumbada iglesia, allí quedó aplastado contra las piedras fundidas. Otro caballero pretendió imitar el ataque, Tob lo aplastó contra el suelo, al mismo tiempo le tapó la boca.

 

—Silencio. Todavía puede oír —gruñó en la oreja del hombre.

 

El dragón giró la cabeza y a pesar del fuego reinante continuó quemando todo lugar libre de llamas. Tob y sus compañeros permanecieron ocultos detrás de los hornos de la fragua, las inmensas paredes de piedra refractaria les habían salvado la vida una vez más.

 

Tob permaneció inmóvil, de repente tomó aquella lanza que había pedido al herrero Mikel hiciera una modificación en la punta y avanzó gateando hacia el dragón. En su espalda la inseparable hacha iba enfundada en la cubierta de cuero. Sus compañeros obedecieron la orden de no seguirlo y guardaron absoluto silencio.

 

Cuando llegó hasta el abdomen del dragón levantó la pértiga y enganchó el garfio construido por Mikel a una de las escamas tan grande como una puerta de granero. Con extrema lentitud Tob ascendió, al llegar al final de la pértiga continuó subiendo sobre las escamas de menor tamaño, parecía estar escalando una pared construida con arrugados bloques de piedra.

 

Y llegó hasta el pecho del dragón. Entonces el viento movió la pértiga y ella cayó al suelo, para Tob había sonado como un trueno. Se aferró a las escamas, metió sus dedos de las manos y puntas de los mocasines a las junturas de la armadura de la bestia, esperaba un gran sacudón.

 

El dragón movió la cabeza, apenas estremeció la cola, no abrió los ojos y volvió a la inmovilidad. Tob continuó el ascenso.

 

<< Ésta es la escama que vi moverse >>

 

Con suavidad tocó la pieza, parecida a la tapa de un enorme caldero y la levantó como si fuera el párpado de un ojo descomunal. Hubo un chirrido y el dragón volvió a realizar un suave estremecimiento.

 

A los ojos de Tob aparecieron los puntos brillantes que logró ver cuando niño, mientras estuvo escondido en la oscuridad bajo la carreta quemada. Allí estaban las figuras luminosas que lo aterrorizaron esa vez; recordó con amor a su esposa Lily cuando lo enseñó a deletrear la cartilla.

 

<< Sí. Dos soles, una serpiente y dos cabezas de dragón con la boca abierta. Debo verlo de la manera correcta, un sol y una serpiente es ON, luego un sol y dos cabezas de dragón con la boca abierta es OFF. No sé qué debo hacer. Mentirita dijo que aquí está la chispa de la vida del dragón y el toque de su muerte. ¿Debo golpear con mi hacha a los dos cuadrados? >>

 

Tob, al igual que la gente de los pueblos circundantes, no tenía el concepto de encendido y apagado de un artefacto electromecánico y mucho menos algún conocimiento de la terminología apropiada.

 

Entonces la luz del sol comenzó a salir. El dragón se movió y levantó aún más sus dos negras alas. Tob resbaló, quedó colgando de la escama móvil. El dragón comenzó a producir un extraño ronquido en sus entrañas, Tob logró apoyar un pie en el borde inferior de la cavidad y con la otra pierna pateó una vez el sol y las dos amenazadoras cabezas. Sonó un chasquido, el brillo en el interior de la cavidad desapareció y la bestia quedó silenciosa como una piedra.

 

El descenso desde la tremenda altura fue laborioso, Tob necesitó subir al espinoso lomo y descendió por la espalda de la bestia hasta llegar a la cola y luego al suelo.

 

 

Una semana después, cuando estuvieron seguros que no tenía vida, la gente del pueblo se arremolinó alrededor del dragón.

 

Miraban intrigados las escamas de la zona interna y externa de sus alas negras. Eran placas de aspecto óseo, cada una del tamaño de una mano humana como promedio. No lo sabían, esas placas eran las encargadas de capturar luz solar para alimentar al dragón. El monstruo continuaba con la boca abierta y los ojos cerrados, en el interior de la garganta había un manojo de tubos similares a enormes flautas azul oscuro apuntando hacia afuera. Estuvieron de acuerdo: por esos agujeros habían salido los rayos luminosos que pudieron distinguir en la oscuridad la noche del ataque.

 

La esposa de Tob, la bella Lily, miró la escama levantada resplandeciente a la luz del sol. Uno de los más viejos comerciantes del pueblo observó su mirada.

 

—Señora, ¿cómo supo el gran Tob a cuál de los dos cuadros golpear para matar al dragón?

 

—El de la izquierda, un sol y una serpiente, significa: adelante, vive. El de la derecha, un sol y dos cabezas de dragón es: fuera, duerme, muere. Mi Tob sabe leer muy bien y supo que debía golpear sobre OFF —Lily estaba orgullosa de poder deletrear más palabras que el cura de Río turbio.

 

 

Cuatro años después Tob y los dos caballeros sobrevivientes llegaron hasta la montaña Holwod, deseaban cerciorarse de la ausencia de peligro proveniente de aquellas colinas que las leyendas mencionaban como El Mundo del Miedo.

 

Cuando superaron un cerro quedaron aterrorizados. Frente a ellos un enorme deslave había arrastrado gran parte de una montaña y lo que vieron los hizo tambalearse sobre las cabalgaduras. Los caballos también se asustaron tal vez al percibir el miedo de sus jinetes.

 

La catástrofe natural debió ocurrir muchos años atrás. Lo que fue un inmenso río de piedras y lodo ahora estaba duro y seco, incluso había vegetación en muchas de las cárcavas que la acción de la intemperie excavó. El espectáculo sugería los restos de una avalancha que había arrastrado un gran zoológico habitado por las bestias más terribles que alguien pudiera imaginar. Había dragones asomando sus cabezas o partes del cuerpo fuera de la tierra seca, algunos más grandes que el inactivado por Tob. También existían otros un poco menores en tamaño pero con forma de bestias desconocidas. Muchos de ellos dejaban ver sus entrañas mecánicas, oxidadas y rotas, a otros les faltaban extremidades, alas, colas o cabezas; tales partes también se encontraban dispersas a lo largo de kilómetros por donde el torrente bajó alguna vez.

 

Cuando días después Tob y sus dos compañeros se movían con sus caballos entre los monstruos, descubrieron estructuras aplastadas como de casas con ruedas de metal y trozos retorcidos de aquello que desde niño conocía con la palabra «riel de tren» pero nadie supo nunca explicarle que significaba aquello.

 

Uno de los caballeros encontró un letrero tan grande como un granero. Tob, con dificultad deletreó las borrosas inscripciones.

 

—El Mundo del Miedo. Parque… Diversiones… mejor de… No comprendo qué significan —el resto estaba imposible de leer, el óxido había desprendido la pintura.

 

Sobre sus caballos continuaron ascendiendo, en todo momento evitaron acercarse a las bestias que tenían expuesta alguna ventana con los símbolos ON y OFF. De repente quedaron de nuevo maravillados, frente a los tres jinetes había figuras tan grandes como los dragones, bastante separadas unas de otras, algunas dobladas tal vez por los huracanes.

 

— ¿Puedes leer qué dice Tob?

 

—Lo voy a intentar. La primera es H, luego O, luego L, después más allá W y allá lejos OD. Dice Hol… Holwod, sí dice Holwod.

 

—Es el nombre de este lugar, recuerda Tob, las leyendas son verdad, Holwod, el lugar donde están los monstruos.

 

—No estoy seguro, parece que hay más letras pero se derrumbaron. Vamos a ver cada una de ellas. Tendremos que escarbar un poco, el metal retorcido en muchas partes está cubierto por la tierra —Tob, desde la noche del dragón se convirtió en un hombre bastante locuaz.

 

Ese atardecer los tres hombres acamparon al lado de la última, la letra D. Tob, al lado de la hoguera y con la punta de su lanza, dibujó todas las letras en la misma forma que debieron estar antes de caer algunas de ellas.

 

— ¿Qué dice allí, Tob?

 

—Debe ser el verdadero nombre de este lugar: HOLLYWOOD. 

Fin

Muchas gracias Joseín por compartir con nosotros esta historia, y los amigos lectores recuerden que esta historia participa en el Desafío del Nexus y para votar por ella solo deben utilizar el botón compartir de facebook.

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Joseín Moros
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