El Amor de Pandora

Desde Venezuela, nuestro amigo, Juan Carlos Rodriguez Moreno (Lionheart) también viene a participar en el Desafío del Nexus de Febrero pues el tema Post Apocalíptico es uno de sus favoritos:

Old Greenhouse and Border IR

El Amor de Pandora

Autor: Juan Carlos Rodriguez Moreno.

«La mujer con su ropa destruida y comida por el tiempo, corría descalza a través del campo desnudo… Y la muerte caminaba lenta pero constante detrás de ella…» Así comienza una historia donde podremos ver hasta que punto es capaz una madre de llegar, para mantener a su bebe junto a ella, aún en un mundo donde la vida animal es lo más escaso, y la naturaleza se apodera de cada rincón abandonado por el hombre…

La mujer con su ropa destruida y comida por el tiempo, corría descalza a través del campo desnudo… Y la muerte caminaba lenta pero constante detrás de ella…

El viento soplando suavemente hacia el sur, transportaba los olores de la naturaleza y la vida, mientras los pesados pasos con muestras de cansancio, se encontraban pasando los verdes caminos inexistentes hacia la colina, resonaban suavemente con el crujir de las plantas que quedaban aplastadas a sus pies…

Los cielos despejados y con unas pocas nubes, no daban cobijo ni demostraban clemencia ante el potente sol que, desde hace muchos años, baña la tierra con su calor y su energía, libre de la contaminación del hombre.

Casi a rastras, se observa la mano con heridas, asomar en la cúspide de la colina, aferrándose a cada rama, cada hoja y cada piedra que puede, para mantenerse aún en movimiento, y no permitirse morir después de tanto luchar por ella, y por el bebé que lleva envuelto en suaves sabanas en su pecho.

Al llegar al tope, observa lo que parece ser los restos de una vieja casa, una cabaña con un pequeño establo a su lado, y un cercado que, desde su altura y su punto de vista, le daban la más cordial bienvenida a la seguridad temporal del día…

Con nuevas energías, se levanta, escucha suavemente el murmullo del llanto del bebé, cierra los ojos y sonríe para sí misma, mientras recuerda los hermosos ojos azules como el océano, que tiene su hijo…

Mientras baja por el otro lado de la colina, con el viento soplándole en la cara, regalándole el oxígeno más puro que ha podido probar sus pulmones, en la lejanía de su espalda, puede verse una horrible sombra de muerte y destrucción avanzando suavemente.

Al acercarse a lo que creía era el cercado, nota que no es más que unos viejos palos de madera, que ya han sido tomados por la naturaleza; Lo que la separa de los demonios que la persiguen, no serán más que plantas, que al empujarlas se puede traspasar sin dificultad…

Pero no importa, así sea unas horas, con un poco de sombra y tal vez, con mucha pero mucha suerte, algo de agua y de comida no estaría de más, para ella y su pequeño bebé.

Mientras más se acercaba a la pequeña casa, sus esperanzas de un refugio para pasar la noche se iban desvaneciendo… El pequeño establo que desde la colina se veía en pié, no eran sino los restos de un incendio que se lo había consumido. La madera negra había sido tapada por las hermosas enredaderas, que la sabia y grandiosa madre naturaleza, había dejado crecer, para demostrar y tomar una vez más, las tierras que le pertenecen.

La casa era un verdadero fuerte… Ella misma estaba observando lo complicado de poder intentar entrar en el mismo… No por las fortificaciones, no por tener esperanzas de encontrar a alguien con vida, sino por la cantidad de ramas, hojas, espinas y matas que habían crecido por encima de las paredes, destruido los cristales de la propia casa, tal vez en alguna de las tormentas eléctricas que se presentaron con mucha fuerza, cuando la muerte comenzó a llevarse a todos los seres vivos con ella.

La puerta, era un pedazo de madera inexistente dentro de la pequeña sala, tapado por el moho y la corrosión de las plantas, que se alimentaban de cualquier material que encontraban a su paso.

Con varios rasguños nuevos sobre su piel, había traspasado el marco de la casa, las espinas de las ramas que se aferraban a la madera con la que esta había sido construida, le habían dejado pequeñas marcas, que iban soltando gotas de sangre por sus brazos descubiertos y poco protegidos, una marca pequeña en el cachete derecho, le dejaría una cicatriz de por vida.

Una gota de su sangre cayó sobre las sabanas que envolvían al bebé, se había mantenido muy quieto en el camino, pero parecía haberse despertado por más comida, lloraba como podía, con un sonido muy carrasposo, porque su garganta tenía ya tiempo sin beber líquido, su madre hace mucho tiempo que no daba más leche por sus pechos… Aún antes de que todo esto comenzara, ya no lo daba…

Aprovechó de recorrer un poco la pequeña casa, hacerlo en forma silenciosa era imposible, cada pisada era una rama quebrada, o unas hojas rotas, ante el inmenso silencio en el que había caído el mundo, hasta su respiración sonaba, para sus propios oídos, como si el viento previo a la tormenta estuviera azotando contra su cara…

Al llegar a la cocina, pudo observar los restos de un cuerpo que estaba cubierto por la vegetación, el cráneo destruido, y las propias raíces de las plantas creciendo sobre sus huesos, demostraban que su carne había servido de tierra y abono para su sustento.

Todo el verde del lugar, hubiera sido el amor y el mayor regocijo de alguien amante del Feng Shui, o de alguno de los desaparecidos protectores del planeta, llamados “Greenpeace.”

Una vieja y pequeña silla de bebé se encontraba aún de pie, al lado de lo que parecía una mesa, recubierta por el musgo y las pequeñas plantas que en él crecían…

La silla poseía unas enredaderas con muchas espinas, que subían por sus patas metálicas, se enredaban y enroscaban suavemente por todas y cada una de ellas, para terminar formando una alfombra verde, en el área del asiento de bebé, se podía observar una concentración blanquecina de hongos, sobre lo que parecía ser los restos de un plato de comida…

Sin embargo, el punto de inflexión, aquél que provocó que la mujer comenzara a llorar, fue el observar una pequeña, pero hermosa rosa, erigiéndose justo donde se encontraba el asiento para el bebé… Un pequeño rayo de sol era su única luz, penetrando a través de la cortina de helechos que crecía junto a la ventana destruida, de aquella cocina.

Se arrodilló en la alfombra de plantas y ramas que había en aquella cocina, el bebé pataleaba y seguía quejándose, pero ella necesitaba un minuto para respirar, para pensar sus siguientes pasos…

Con el bebé en su regazo, comenzó a destaparlo un poco… Quería observar de nuevo esos hermosos ojos azules, que no quería dañar con el sol mientras viajaba a la intemperie.

Las lágrimas que corrían por su rostro, le limpiaban suavemente la tierra y la suciedad que había acumulado en aquél horrible viaje. En ese instante escuchó un sonido, tenue, suave, y delicado, que provocó que tapara al bebé antes de poderlo ver de nuevo, se puso inmediatamente en alerta a observar a todos lados.

¿Se había equivocado y confiado de estar sola cuando no era así?…

El sonido volvió a llegar hasta ella, volteó a observar la fuente del mismo, que ahora sí pudo conocer por estar en alerta, y observó, como una pequeña gota caía justo sobre el asiento del bebé que estaba a su lado, deslizándose suavemente por los pétalos de la rosa.

Alzó la mirada y observó la formación oscura del techo, justo donde el moho se estiraba como si fuera los restos de estiércol de un murciélago, aprovechando cada milímetro que podía la humedad que caía y venía del piso superior.

La mujer se levantó tan rápido como el dolor de sus piernas le permitieron, una mueca fue todo lo que se observó, cuando sus muslos se flexionaron y levantaron todo su peso y el del niño, aún después de varios días sin comer o beber agua, le quedaban unas últimas fuerzas.

Apretó al niño a su pecho, y buscó las escaleras para subir, en el piso de arriba debía de haber agua un poco empozada, para estar cayendo de esa manera sobre la mesa y la silla…

Subió suavemente, el olor de las flores que prosperaban dentro de aquella particular casa, le traían muchos recuerdos de su infancia, mucho, mucho antes de que la muerte llegara, de que la naturaleza tomara de nuevo todo lo suyo, y de que tomara por primera vez a su hijo en brazos…

Las plantas crujían a cada paso, y pudo escuchar como algo se estaba moviendo en el piso de arriba… Se detuvo, el miedo se apoderaba de ella, los nervios le hacían sentir débil, y no sabía si continuar o retroceder… Tenía ya mucho tiempo de haber visto a otra persona con vida, no tenía muchas esperanzas de encontrar alguna en este lugar.

El bebé comenzó de nuevo a moverse y a llorar, con ese sonido apagado y doloroso que le salía de su garganta, tenía que encontrarle alimento, tenía que hacerlo de cualquier manera… Pero primero vería si conseguía un poco de agua, sentía su garganta, como si tuviera un puño de arena atorado, mientras tragaba la poca saliva que su boca podía ofrecerle.

Su instinto maternal la ayudó a vencer el miedo, a vencer el impulso de salir corriendo y retroceder, le permitió dar otro paso más y seguir subiendo las viejas escaleras, que se encontraban podridas y llenas de plantas.

Subió lentamente, apretando al bebé contra su pecho, pero cuidando que pudiera respirar… Podía sentir como sus pequeñas manos buscaban aferrarse a ella, desesperados, por alimento…

Aunque había muy poca luz que lograba entrar por las ventanas, aquellas que aún no habían sido tomadas por las plantas, se podía observar una de las habitaciones en el pasillo, desde la que salía una fuerte luz iluminando todo el corredor.

Pudo observar un cuadro que no había sido tomado por las enredaderas, mostraba a un grupo de 4 personas, una mujer que tal vez tendría unos 26 o 27 años, de cabello rojo rizado, un hombre de cabello castaño, un tanto largo y con una barba a medio afeitar, un niño de menos de diez años, tal vez, que se parecía mucho al hombre, y una bebé vestidita de rosa, sonriendo alegremente a quien les tomaba la foto, estaban acostados contra la grama, la cabeza de cada uno de ellos, chocando con la del otro formando una extraña cruz, lo que permitía que el cuadro se pudiera “girar” para ver a cada uno en la base de la foto dependiendo de la posición en la que se colocaba.

Escuchó un suave cuchicheo y unos pasos o pisadas, provenían de la habitación con la gran cantidad de luz que bañaba suavemente el pasillo, volteó inmediatamente en esa dirección… Pensaba que era muy loco pensar en la foto en aquél momento… Cuando de seguro los que salían en ella nunca pensaron que la foto estaría siendo parte de un hermoso mural de plantas dentro de su propia casa.

Se asomó suavemente por el marco que estaba abierto y despejado, la adrenalina comenzaba a bombearle en la sangre con mucha fuerza, era capaz de escuchar sus propios latidos, sentía la presión de la vena que se marcaba contra su tímpano, la piel se le erizó cuando una suave ráfaga de viento frío le rozó el brazo, su vista se agudizó y finalmente pudo observarlo…

Era un pequeño paraíso ante sus ojos… La luz le había cegado por un momento, pero aún así pudo observar como las plantas estaban creciendo abundantemente en aquella habitación, la luz entraba a caudales por un enorme agujero que se encontraba en el techo, no parecía ser un agujero hecho por una tormenta o algo así, pero, Dios bendiga la razón de existencia de aquél agujero, que permitía entrar a la luz, permitía que el agua de la lluvia cayera torrencialmente dentro de aquella habitación, una habitación en la que alguien, hace mucho, había colocado unos pipotes para la recolección del agua.

Los pipotes ya estaban en su alrededor llenos de helechos, pero por algún milagro, no habían llegado hasta el borde y ensuciado con tierra el preciado líquido, era un pozo de los deseos, y ella deseaba beber hasta sentir que su estomago estaba completamente lleno.

Cuando dio un paso más en el interior, pudo ver como comenzó a alejarse rápidamente una familia de ratones que se alimentaban de las plantas que ahí había, las aves que reposaban y bebían tranquilamente de las flores que estaban en la habitación, salieron volando por el techo ante la presencia de ella en la habitación.

Al llegar a un lado de los pipotes, bajó con mucho cuidado al niño a su lado, y metió la cabeza de lleno en el agua para refrescarse… El calor y la sed le habían hecho olvidar lo delicioso que podía llegar a ser refrescarse en un suave “pozo” artificial como aquél.

El niño, al sentirse en el suelo, comenzó a moverse entre las sabanas con mucha más fuerza, ella no lo escuchó por tener sus oídos debajo del agua.

Cuando sacó la cabeza, las gotas se esparcieron suavemente por el aire, al desprenderse de su oscuro y sucio cabello, quedaron flotando en el aire y provocando un pequeño arco iris, era el único detalle para hacer ese lugar toda una fantasía

Escuchó al bebé llorando, volteó a verlo, y sintió la penetrante mirada de ojos azules a través de la sabana, alcanzándola con deseo, lujuria y sed… Aprovechaba de tomar un poco de agua con sus manos, sintió que no era suficiente y acercó los labios directo al borde para comenzar a beber…

Decidió meter una vez más la cabeza, antes de tomar al niño, ya sabía que no era tan necesaria ni urgente la necesidad de él, por lo menos no en el mismo sentido de ella. Aguantó la respiración, se relajó y mantuvo unos segundos bajo el agua su rostro…

Sintió mucha paz y tranquilidad estando ahí abajo, podía imaginarse que todo era una terrible pesadilla y que estaría todavía en su cama, siendo niña, que despertaría y tendría que ir a la escuela nuevamente, o que había pasado varios días con fiebre y eso le había provocado las horribles pesadillas que había vivido…

Ver a sus padres morir, a su maestra, a sus vecinos, a sus amigos, y aún peor ser ella parte de la razón por la que todos ellos murieron ante sus ojos… No aguantó la respiración por más tiempo, sacó la cabeza algo agitada, no parecía un sueño, ni una pesadilla, era nuevamente la realidad de un mundo muerto, en que la naturaleza tomaba el control, y los propios humanos se habían exterminado.

Había ocurrido hace muchos años, y ninguno de los adultos de cuando era una niña sabía con exactitud cómo había comenzado todo…

Mientras pasaba sus manos por su largo cabello, escurriendo un poco el agua, con los ojos cerrados y el rostro al cielo, sintiendo el sol secar su reseca piel, que obtenía un pequeño cariño en aquél momento, se encontraba sumida en sus pensamientos, pero aún así logró escuchar una rama romperse a sus espaldas.

Antes de poder reaccionar escuchó un viejo sonido, que le traía muy malos recuerdos, el “Clic” de un arma preparándose para disparar… Por lo menos no era la muerte en persona que la había alcanzado, la muerte no usa herramientas más que su boca y sus garras.

Se quedó quieta, no realizó ningún movimiento brusco, escuchó una voz fuerte y gruesa a su espalda…

— Solo los Dioses te permitirán vivir si me dices una frase coherente…

La voz sonó amenazante, parecía calmada pero sin poderlo ver, no sabría en qué estado estuviera aquél hombre que, de seguro, le tenía apuntando directo al cráneo por si no seguía siendo otro ser viviente.

— Por el amor de mi hijo, no nos mate y déjenos ir… — Su voz sonaba asustada, sabía como hacer ese pequeño tono de voz, siempre le permitía que le escucharan por lo menos un poco más ante los hombres… Esos asquerosos hombres siempre deseosos de sexo, de placer, los cavernícolas que la ultrajaron, los mald…

— ¿De tu hijo?…

La voz sonó un poco más suave esta vez… Incrédula ante lo que había escuchado, como si hubiera comprendido la situación, el bebé comenzó de nuevo su llanto apagado, seco y carrasposo desde el suelo a un lado de la mujer…

Los ojos del hombre se abrieron de par en par, (aunque ella no lo pudo ver), como si de un milagro se tratara, llamando y clamando a Dios, por la estupidez o valentía de aquella mujer, en traer a este mundo muerte a un hijo…

— Levántate mujer, en el nombre de tu padre, dime cómo te llamas, y como has logrado sobrevivir tanto tiempo a los brazos de la muerte, tanto tiempo a la intemperie y teniendo un bebé en brazos…

Detrás de ella, se escuchó el suave cerrado del percutor del arma que seguramente ya no estaba apuntando a su cabeza, se relajó un poco, e iba a tomar al niño, cuando sintió el roce de una serpiente por su brazo, lo que hizo que levantara sus manos rápidamente por puro reflejo.

Un segundo después observó una silueta volando por el aire, pasando muy cerca de su mano y terminando con un fuerte golpe contra el suelo, cerca de donde estaba el bebé… Ella, por puro instinto, lanzó sus brazos al niño para tomarlo, y mientras se levantaba, pudo observar el cuchillo que se había clavado en el suelo, atrapando a la serpiente que le acababa de rozar.

Se apartó asustada, con el niño ligeramente separado de su pecho, mientras los pequeños brazos continuaban buscando agarrarla a través de la tela. El hombre pasó a su lado, levantando el cuchillo que se encontraba en el suelo, y con este a la serpiente que había capturado…

— Creo que por lo menos podremos cenar bien esta noche… Mi hija estará contenta de tener alguien diferente de mí con quien hablar, y que le siga quitando esas ideas de irse a la intemperie sola, a luchar contra la muerte…

El hombre no estaba solo, tenía que tener cuidado, pero si estaba aquí, significaba que podría tener algo de comida, aparte del agua limpia que tomaba cuando se encontraron.

El hombre la llevó hasta abajo, pasaron por un lado de las escaleras y abrió una puerta, se encontraba completamente tapada y oculta por muchas enredaderas, el mismo pómulo se encontraba oculto entre la vegetación…

— Solo quienes conocen la casa, sabían que esta puerta está aquí… — Decía el hombre mientras metía una llave en una cerradura, que tampoco era posible ver entre la maleza. – Esto no estaba en los planos originales, lo mandé a construir años después como un huerto bajo techo. El conocer mi casa a plenitud también me ayudó a no dañar y destruir estas plantas que ocultan nuestro refugio…

“Nuestro refugio”, fueron las palabras más importantes que tomó de todo aquello la mujer… ¿Se refería a él con su hija, o el hombre aún vivía con alguien más?… Lo sabría muy pronto…

Mientras le permitía entrar detrás de él, y que luego cerrara la puerta, notó que debajo de aquél cabello largo y canoso, la barba bastante abundante y blanca, y unas cuantas arrugas, se escondía el rostro del mismo hombre que se encontraba en el cuadro del piso superior… Pudiera ser que el que ese cuadro no estuviera tapado por las plantas, no fuera tampoco una coincidencia, y tal vez en ese refugio aún estuviera con vida el resto de su familia.

Se mantuvo pegada a la pared, observando como la claridad del sol se desaparecía detrás del marco que el hombre cerraba con suavidad, ocultando la entrada a aquél lugar, se agachó por puro instinto, apretó al bebé sobre su pecho, no le preocupaba sofocarlo en aquél momento, solo tenerlo muy cerca en caso de que pasara algo malo…

De pronto unas luces comenzaron a titilar más abajo de donde ella estaba, parecía que una tormenta de rayos se había desatado en el sótano de aquél lugar, eran diferentes luces desde diferentes puntos…

Los bombillos se encendieron, las luces de ahorro que conocía de su infancia estaban prendidas… ahí existía aún la electricidad… La creía desaparecida, creía que no volvería a ver más nunca funcionar los bombillos destruidos, los había visto cientos o miles de veces, aunque solo le regalaban oscuridad y mataban sus esperanzas, cada vez que el “clic” del botón de encendido la dejaba en la penumbra…

— Por favor mujer, por la gloria de tu padre, baja… La electricidad no es tan fácil de generar y mantener, cada segundo consumido es un segundo menos que me queda…

La mujer tenía los ojos bañados de lágrimas, sentía que no podría contener el sentimiento que la embargaba… Se sentía viendo un invento que solo existía en los cuentos que su papá le contaba de niña… Cuando aún le podía contar cuentos…

Comenzó a descender lentamente… Aquí abajo las paredes no mostraban el deterioro del resto de la casa, las paredes de concreto habían logrado mantener a raya, el gran poder reconstructivo y al mismo tiempo destructor de la naturaleza, y aquél hombre había hecho muy bien su trabajo, consiguiendo mantener aquél lugar en buen estado, durante quien sabe cuánto tiempo.

Al bajar, el hombre le hizo una seña para que caminara hacia una pared que estaba a su derecha, directo a una puerta que estaba al final. No tuvo que caminar mucho, pues el sótano se veía bastante pequeño…

Al abrir la puerta, sus ojos se entrecerraron, apretó un poco al bebé contra su pecho, sintiendo su boca moverse debajo de las sabanas y los brazos aferrándose con todas las fuerzas de las que disponía…

La luz del sol que penetraba en aquella habitación era fuerte, el olor a frutas inundó todos sus sentidos, naranjas, manzanas, peras… Cuando sus ojos se acostumbraron a la claridad, pudo ver que las frutas estaban a un lado de la puerta, picadas y dispuestas en cestas, mientras que frente a ella se extendía un pequeño huerto, bajo un techo acristalado y parcialmente tapado con helechos y hojas de plantas secas…

Dentro de la habitación podía ver pequeñas plantas de tomate, enredaderas de uvas acanaladas por las paredes y columnas, un área para zanahorias, lechugas, cebollas, pimentones…

Tenía casi de todo un poquito… con mucho cuidado y administrando bien esos pocos recursos, se podía estar tranquilo en ese lugar y bien abastecido… Aunque se preguntaba como hacía para ocultar la tapa de la superficie sin que la muerte lo encontrara…

— Ella es mi hija, se llama Wave Gagnon… — Dijo el hombre a su espalda, mientras cerraba la luz del sótano por el que habían ingresado, cerraba la puerta a sus espaldas sin mirarla aún. – Ella es mi compañía, y con ella he logrado sobrevivir todo este infierno.

Al volver a voltear, levantándose de entre las plantas de ají, pudo ver a una muchacha joven, de piel blanca, su cabello liso natural se encontraba hermosamente desaliñado, unos labios rosados naturales, y una fisionomía que le decía que no tenía más de 21 años… Le daba envidia que se conservara tan bella en medio de todo este Apocalipsis que estaba viviendo ella y su bebé…

El hombre se adelantó, dejando el rifle, con el que minutos antes le había apuntado a la cabeza, a un lado de la entrada, tomó una manzana picada y le ofreció la mitad a ella, la tomó con una de sus manos, observando la fruta, hermosamente picada por la mitad por un cuchillo y no mordida, o medio podrida, que era como las podía alcanzar en la superficie cuando encontraba un árbol de manzanas…

— Me llamo… — Decía tímidamente… — Me llamo… Creo que no recuerdo como me llamo…

Se arrodillo en el suelo y comenzó a llorar… tal vez el cansancio, la fatiga o el encontrarse con alguien más con vida después de tanto tiempo, le había terminado de hacer perder la inyección de adrenalina que mantenía su cuerpo, siempre en alerta.

El hombre se acercó inmediatamente para socorrerla… ella tuvo mucho cuidado de que no tomara al bebé… no a su bebé de ojos azules… nadie más lo tocaría ni le haría daño nunca más…

Sus movimientos, entre fuertes y medio agresivos protegiendo al niño, hicieron que el hombre retrocediera un poco y la dejara tranquila un momento… Le embargó un sentimiento de protección hacia aquella mujer, que había logrado sobrevivir y mantenerse con vida durante tantos años, pensaba que horrible dolor debió sufrir para dar a luz a un bebé tan pequeño, sola, sin un hospital, y seguramente sin un padre para la criatura…

Le acercaron un vaso con agua, ella se recostó contra la pared a un lado de la puerta, el bebé seguía moviéndose inquietamente en sus brazos.

Ella bebió un poco más de agua y se comió la fruta, con las lágrimas aún corriendo por su mejilla, el “baño” con el que se había lavado el rostro en el piso superior, le había quitado buena parte de la suciedad…

— Aparte de las matas que medio tapan el techo acristalado, es cristal reforzado, por lo que ni con unos disparos de armas pequeñas podrían atravesarlo… — Decía el hombre orgullosamente, mientras su hija descansaba a un lado, con los rayos de sol iluminando la silueta delicada y hermosa que tanto le molestaba a aquella mujer. – Aún así, en las noches lo protejo con unas puertas de madera, para evitar las miradas curiosas cuando enciendo las luces, y cuando pasan las tormentas…

En el techo tengo unos paneles solares, los mandé a instalar antes de que todo este desastre comenzara… He tenido que aprender un poco como hacerles mantenimiento de vez en cuando, y también tuve que ayudar a las plantas a crecer por encima del techo para que tapen el reflejo de los paneles en la distancia, así como he tenido que encontrar baterías recargables extra después que todo empezó…

El agua si es un poco más complicado, necesitamos mucho de la lluvia, pero cuando llueve con fuerza, nos ayuda a llenar un tanque de agua subterráneo que he podido mantener también… He tenido problemas con serpientes, y ranas, pero nada que el hervir el agua no pueda resolver.

Mientras mantengamos el lugar seguro, las puertas cerradas, y un racionamiento de agua, luz y alimentos, podemos continuar tranquilos en este lugar… Claro, ahora tendré que hacer un ajuste en los cálculos si va a estar con nosotros… Si no recuerda como se llama… ¿Le gustaría que la llamáramos por algún nombre?…

La mujer estaba escuchando el corto relato del hombre… se veía que no quería hablar de cómo había perdido al resto de su familia… Ella ya sabía como podía terminar todo aquello, y se mantenía en alerta, pero se permitió darse un nombre nuevo, y darle al hombre lo que quería escuchar…

— Mi papá creo que le gustaba llamarme Pandora… siempre me decía: “Como está mi pequeña Pandora” pero ese no era mi nombre… aunque no recuerdo mi nombre…

Cuando el hombre la observó con más detenimiento, notó que la muchacha no tendría más de 20 o 21 años… si sus cuentas eran correctas, y no se le había pasado ningún invierno por alto, significaría que ella tendría… ¿6 o 7 años cuando todo comenzó?… “Dios santo… ¿Como habrá sobrevivido tantos años?…” Pensaba para sus adentros, mientras la observaba con calma y notaba, que de ser así, sería incluso menor que su hija…

— Tengo mucho tiempo sola… demasiado tiempo sola… mis padres fueron alcanzados por la muerte cuando aún era pequeña, he crecido en muchos grupos y con muchos tipos de personas… Siempre me ponían un nombre diferente, por eso ya no recuerdo cual era mi verdadero nombre, siempre me ponían a hacer tareas diferentes, siempre me trataban diferente en cada grupo…

El hombre se sentó al frente de ella… Le escuchaba con calma, la niña tal vez quisiera desahogarse y él no la interrumpiría…

— Los peores fueron los de hace unos 4 años… o tal vez 5… — Continuaba la mujer mientras mecía suavemente al bebé envuelto en las sabanas, Wave quería abrazar al bebé… – También perdí la cuenta de cuantas veces ha caído y se ha ido la nieve desde ese grupo…

Era un campamento de puros hombres… o por lo menos la mayoría eran hombres en ese lugar. Yo creía que me ayudarían a protegerme, era un pequeño pueblo más o menos custodiado… con unas buenas cercas y tenían armas, arcos, cuchillos y demás… ya no tenían casi balas, por lo que las usaban solo en emergencias.

Me aceptaron apenas me vieron en la distancia… Yo estaba exhausta, tenía muchos días corriendo y alejándome de la muerte, me seguía en un grupo demasiado grande como para perderles el rastro de manera fácil.

Sin embargo, esos hombres tenían a las mujeres solo para sus necesidades…

El rostro de Pandora demostraba una gran tristeza, volteaba a ver al bebé que se movía más calmado debajo de las sabanas, pero no dejaba de moverse, el hombre quería decirle que le quitara la sabana de su rostro porque podía asfixiarse, y la hija también tenía ese impulso, pero podían ver que el bebé parecía estar bien y cómodo de esa manera, por lo que prefirieron no interrumpirla…

— Y aunque en el día nos ponían a hacer “quehaceres” como limpiarles la ropa, preparar alimentos, mantener limpias las calles y casas, cosas así, en la noche, tenían un edificio, era un viejo cine, donde llevaban a la mitad de las mujeres y tenían orgías, nos violaban sobre las butacas…

Volteó a ver a la muchacha para ver su expresión, y notó que comprendía lo que estaba diciendo…

— No quiero recordar mucho lo que hacían porque es demasiado asqueroso…

Bajo de nuevo la mirada hacia las sabanas donde estaba su bebé… Las lágrimas corrían por su rostro, no podía contenerlas, era parte de los recuerdos, llorar por las cosas malas que había pasado…

— Al día siguiente las chicas del día anterior las dejaban tranquilas, mientras tomaban a la otra mitad del grupo de mujeres…

En mi grupo había una muchacha que era más o menos de mi edad, o eso creíamos las dos, pero ella estaba embarazada de varios meses… tenía una barriga bastante abultada, pero aún así no la dejaban por fuera…

Los sucios hombres parecían más excitados con ella, la tomaban más que a las otras mujeres… por todos los orificios…

Comenzó a llorar abrazando con más fuerza al bebé… El hombre y la chica se observaron al los ojos, comprendían el dolor que ella no quería seguir recordando…

Unos pocos segundos después, ella continuaba con su relato…

— Era la favorita de muchos, porque decían que no tendrían que pelear de quien era el hijo…

Unos días después, los hombres estaban discutiendo entre ellos, al parecer un grupo estaba tomando comida y reservas sin el permiso de nadie, se escapaban en las noches a degustarlo; Las voces se alzaron, los puños comenzaron a salir entre los rostros, unas pocas balas y flechas comenzaron a surcar el aire…

Varias de las mujeres comenzamos a movernos, aprovechando la confusión del momento, para salir del perímetro y probar suerte fuera de aquella “seguridad” ficticia que nos daban esos hombres… No éramos más que sus juguetes…

Pero cuando escapamos… Tuvimos muchos problemas… El alboroto también había hecho que la muerte los escuchara y llegara, por la salida que tomamos, habían decenas de ellos que nos tenían rodeadas… de unas 20 mujeres, apenas logramos escapar 6 con vida.

Y las puertas de la pequeña ciudad quedaron abiertas, lo hicimos a drede, para que la muerte se diera un banquete con quienes nos usaron… Los dejamos ahí para que murieran… no nos arrepentimos de nada…

Pandora se levantó y caminó un poco… colocó al niño en una pequeña repisa que había donde comenzaba el terreno de las plantas, Wave había colocado unas mantas para que el niño no estuviera sobre la dura madera, sino que estuviera un poco más cómodo.

— Yo en una oportunidad también había estado embarazada, de un hombre que amé, y él también me amó… fue mucho antes de eso… habíamos hecho el amor, pero mi cuerpo era aún muy joven, o eso me dijeron después unas personas con un grupo de médicos y militares que había encontrado, lo había perdido aún cuando yo creía que estaba embarazada, y que seguía botando sangre cada luna llena, eso, según esos médicos, también provocó que yo no pudiera concebir más hijos en el futuro…

Con el paso de las siguientes semanas, las 6 mujeres que habíamos logrado escapar, nos dimos cuenta del error que habíamos cometido saliendo de aquel lugar… Aunque ellos nos hacían cosas horribles, cada una fue cayendo poco a poco, en los brazos de la muerte, de maneras peores de las que podíamos sufrir con aquellos hombres…

Al final solo habíamos quedado yo y la chica que estaba embarazada…

Estaba de pié, contra la puerta, se abrazaba a sí misma, como si tuviera frío, mientras contenía las lágrimas recordando aquél momento…

— Ella parecía haber entrado en los dolores de parto, yo no sabía muy bien que hacer o como hacerlo, ella estaba botando mucha sangre por debajo y nos tumbamos en la grama… Es increíble como el mundo ha florecido nuevamente sin la existencia de los humanos… Estaba sobre una “alfombra” de tréboles, que le mantenían “cómoda”, o por lo menos lo más cómoda que podíamos estar en ese momento…

Ella gritaba, decía que sentía mucho dolor por dentro, como si la estuviera jalando el bebé… Me puse a su lado, la ayude a respirar, como había visto en unas novelas con mi mamá antes que la muerte se la comiera…

Me miró a los ojos… unos ojos azules como el océano que su bebé heredó hermosamente… me hizo prometer que si su bebé nacía vivo lo cuidaría… Lo cuidaría, lo alimentaría y lo mantendría con vida, y si por alguna razón la muerte nos alcanzaba que no dejara que se lo comieran…

Ella continuó gritando de dolor, yo tenía miedo de que la muerte se nos acercara en aquél momento y nos tomara, no sabía que tan cerca podía estar uno de ellos…

Entonces se desmayó… o yo creía que se había desmayado… No sabía si eso sería bueno o malo… y en su barriga, se podía ver como el bebé continuaba luchando por salir…

La sangre continuaba saliendo por su parte íntima, su barriga se puso muy roja, ella no se movía a pesar de los fuertes movimientos que hacía el bebé… hasta que por fin, delante de mí, la barriga empezó a sangrar, una pequeña mano atravesó la carne, mientras una boca sin dientes seguían mordiendo desde adentro…

El hombre en ese momento abrió los ojos enormemente, estaba comprendiendo que la mujer le contaba sobre el nacimiento de una de esas criaturas, un nacimiento de muerte…

Su hija se llevó las manos a la boca, estaba casi llorando, a un lado de la mesa donde estaba el bebé envuelto en sábanas…

— Al final tuve que cumplir mi promesa… el niño había nacido con vida… Con una vida de muerte, pero vivo y con mucha hambre…

— Pero eso no puede ser… entonces este bebé que trajiste aquí…

El hombre volteó inmediatamente a ver a la hija, asustado, después de decir esas palabras, Wave ya estaba quitándole las sabanas del rostro al pequeño bebé…

La chica ahogó un grito y se tapó la boca, las lágrimas corrían por sus ojos, el brusco movimiento provocó la caída del bebé, y el viejo pudo ver el horrible rostro, en un color entre verde y gris, podrido y demacrado, con unos ojos muy abiertos del color azul del océano que había visto pocas veces en su vida…

Su boca no tenía dientes, pero sus brazos ya se estiraban buscando agarrarlos, con odio y muerte reflejada en su rostro…

Volteó a ver a la mujer, a la madre adoptiva de aquél demonio que había permitido entrar en su casa, observó un agujero negro frente a su rostro, un segundo después, una fuerte luz salió del agujero, destruyendo sus ojos, su cara y su cabeza, que salió desperdigada hacia atrás…

Partes del cerebro de aquél viejo, cayeron directo en la boca del bebé, mientras el cuerpo caía lentamente hacia atrás ante los ojos de su hija… Ella gritaba desesperada, sus pantalones se mojaban, sin poder contener la orina, y el cañón del arma volteaba hasta ella…

— ¡Eres una putaaaaa!…. – Gritaba Pandora… — Fornicando con tu padre, y arrojando a mi bebe al suelo… ¡¡¡¡No mereces vivir…!!!!

Disparó directo a la cabeza de la muchacha… El disparo aún resonaba en el viejo huerto, bajo los suaves rayos del sol que comenzaban a ocultarse, tras la nube que pasaba en aquél momento…

— Lo más difícil de todos estos años… — Decía para si misma, mientras los cuerpos yacían en la tierra frente a ella… — ha sido conseguir el alimento para mi bebé…

En el piso de arriba se empezaron a escuchar pisadas… La muerte los había alcanzado finalmente, los que la perseguían, los que estaban detrás de ella en aquella vieja colina la habían alcanzado…

— Llegaron nuestros perseguidores Moldred… — Soltaba el arma de nuevo a un lado de la puerta, tomaba un cuchillo con el que habían picado las frutas… — Justo a tiempo…

Pero no importa mi pequeño bebé… aquí podremos despistarlos por un tiempo… aquí estaremos seguros…

Se acercaba a donde estaba el bebé de la muerte, con los brazos extendidos, saboreando los restos de sangre que se habían chorreado por su boca y su pequeño rostro…

— Con estos dos alimentos para ti, y las frutas para mí, podremos estar varios días aquí, para que esos muertos malos nos dejen…

Empezaba a picar con el cuchillo, la lengua que sobresalía de los restos de la boca de la chica, luego lo ponía sobre el pecho de Wave que utilizaba de plato, lo picaba en pedazos más pequeños…

— No seas glotón… recuerda que tienes que comer pedazos pequeños, porque no te han salido los dientecitos… ¿Cuantas madres no desean siempre tener a su bebé así pequeño, para abrazarlo, mimarlo y cuidarlo para toda la vida y que no crezcan…?

Le colocaba un primer pedazo de la lengua en la boca podrida y sin dientes de aquél ser que no debería ni existir…

El bebé lo intentaba morder, y lo tragaba desesperadamente…

— Tranquilo… se que tenías mucho tiempo sin comer, pero debes calmarte… la sangre aún está fresca… Disfruta cada bocado… dentro de unos días buscaremos un nuevo camino…

En el cielo las nubes de lluvia comenzaban a oscurecerlo todo… Y una madre quedaba tendida en el suelo de aquél huerto, dándole de comer lentamente y con mucho cuidado, a su bebé, los restos de la carne de los viejos inquilinos de aquél seguro lugar…

FIN

Muchas gracias a Juan Carlos por compartir esta historia con nosotros.

No olvidemos que Juan Carlos está participando en El Desafío del Nexus con esta historia, así que si la disfrutaron, recuerden pulsar el botón “Me Gusta” de facebook.

La imagen pertenece a David Robinson.

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Lobo7922

Creador de La Cueva del Lobo.

Desde muy joven me sentí fascinado por la Ciencia Ficción y la Fantasía en todas sus vertientes, bien sea en literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. Por eso es que he dedicado este blog a la creación y promoción de esos dos géneros en todas sus formas.

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