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Los Cielos de Júpiter: Entre Asesinos

Roland se sentó en una de las raíces, mientras jugueteaba con una flor que tenía en la mano.

Desde dentro del taller salió Fernandez, quien caminó hacia él, su figura exageradamente alta y delgada no correspondía con su enorme torax, y era absurdo pensar que aquel inmenso pecho emitiera una vocecita tan chillona:

—Nada, esta gente es inútil, no hay ni una pista de a donde pudieron haber huido. —Se limpió el sudor de la frente— pero ¿quieres saber qué es lo mas extraño? El plomo, lo estaban refinando, ¿para qué necesitaría nadie refinar plomo?

—Estamos intentando descifrar las acciones de un profeta, un hombre que ve lo que nosotros no vemos, sabe lo que nosotros no sabemos, y entiendo lo que nosotros no entendemos.

Alberto dio un largo resoplido para intentar calmarse.

—En serio Gomez cuando dices esas tamañas estupideces no entiendo como fue que llegaste a Almirante. Si Rackham realmente fuera un profeta ¿no sería él quien gobernara Júpiter y no nosotros?

—¿Acaso importa? —Roland arrojó la flor al piso y se puso de pie— parece que no entendieras todas las implicaciones, no es necesario que sea un profeta, basta con que le diga a la gente que lo es, y nuestro poder sobre las órbitas de este planeta se desvanecería.

—Si fuera tan sencillo, ¿por qué no lo ha hecho ya? ¿Que necesidad tiene de robar todo este plomo? ¿Por qué arriesgarse? ¿No debería salir y anunciar a los cuatro vientos? ¡Soy un profeta! ¡Los galaxia gira porque yo lo ordeno! No tengo miedo a nada y haré que la Flota salga de Júpiter con el rabo entre las piernas.

Roland se quedó mirando a Alberto por unos momentos.

—¿Acaso no lo hizo ya? Aquella transmisión que realizó cuando lo llevamos a juicio, ¿es que se te olvidó? ¿Quieres una declaración mejor que esa?

—Pues ¿por qué no dijo que era un profeta?

—Realizó una transmisión desde la mitad de la flota para declararnos la guerra, no creo que se necesite mucho mas; ese mismo día se libró de un juicio de la Inquisión…

—¡Porque tú lo dejaste ir!

Roland levantó una mano y continuó:

—Luego en la tarde estuvo en todos los medios de comunicación, «el hombre que voló en Júpiter» y desde entonces no lo hemos podido encontrar.

—¡Claro que lo encontramos! Estaba aquí, estuvimos a un paso de atraparlo.

—Exacto, el sujeto estaba rodeado por un destacamento de nuestros soldados y se escapó… —Roland abrió sus ojos como dos platos y puso las manos en los hombros del Fernandez— Alberto, la Inquisición nos mandó a combatir a un profeta; estamos muertos, puede que no sea hoy, puede que no sea mañana, pero no hay alternativa, estamos muertos.

Fernández se echó para atrás y se sacudió a Gomez de encima.

—¿Estoy muerto entonces? ¡Que así sea! —Cuando gritaba la voz de Alberto se volvía incluso mas chillona— Pero moriré defendiendo lo que creo, la religión de la Inteligencia es lo mejor que le ha ocurrido a la humanidad en toda su historia, si debo morir por ella, que así sea.


Una pequeña arena de apenas cinco metros de diámetro compuesta por la gente que se apelotonaba e intentaba evitar los golpes. En el medio solo podía verse a Rackham cuyos ojos no paraban de moverse en todas direcciones como intentando enfocar algo que solo él podía ver. De pronto la patada de una pierna invisible lo elevó en el aire, pero Louis se recuperó con rapidez, y evadió un segundo golpe que nadie mas vio.

Rackham evadió otro par de golpes adicionales, y entonces asestó un golpe frontal, el camuflaje de Genevieve falló brevemente y todos pudieron ver a la hermosa muchacha sudada y con los cabellos desordenados recibiendo el golpe de lleno en el estómago.

La audiencia exclamó un grito de sorpresa, pero Genevieve se recuperó rápidamente y se alejó de los golpes terribles de su hermano para desaparecer nuevamente.

Arriba entre las vigas del techo del hangar otro par de ojos invisibles no perdían de vista la acción.

«Genevieve está intentando ocultarse de él sin embargo Louis consigue verla»

«No, él no la está viendo, él está sintiendo a su hermana, por mas que Genevieve lo intente no puede ocultar la alegría que le da ver a su hermano, y Louis se aprovecha de ello.»

«Como sea, es asombroso.»

«No, es terrible, se aprovecha de los sentimientos de su hermana para vencerla, cuídate de tu hermano, de cada palabra que dice, de cada acción que toma.»

«¿Por qué hablas de esa manera de tu hijo?»

«Precisamente, porque lo conozco mejor que nadie sé que no podemos fiarnos de él, Louis es sencillamente demasiado ambicioso. Tú ves a tu hermanito pequeño, yo en cambio veo al hombre que intentó usurpar mi poder.»

«¿Esto es sobre poder? ¿Después de tantos años? ¿Crees que Louis no ha cambiado en todos estos años?»

«Yo sé que no ha cambiado, yo conocí a su madre, ella tampoco cambió nunca y su ambición la mató, igual que la suya matará a Louis.»

Abajo Genevieve conseguía llevar a Louis al piso y abrazarse a su cuello como una serpiente constrictora. Aunque los demás no podían verla, sí podían ver el esfuerzo que los músculos del cuello de Louis estaban haciendo para mantenerlo respirando.

—!AAAAAHHHH¡ —El grito incorpóreo excitó a la audiencia que gritó a su vez, Genevieve sin dejar de apretar le dijo a su hermano— Ríndete Louis, estás perdido.

Como toda respuesta Luis estrelló su cabeza en la dirección por donde había escuchado la voz, el grito ahogado de Genevive reveló que Louis había golpeado justo en el blanco.

—Me rindo, me rindo. —en el medio del aire apareció Genevieve sosteniéndose en pie a duras penas y sudando a mares.

—Estás fuera de forma hermanita, antes me aguantabas mas, ¿se han vuelto suaves las gentes de Julia?

—¡Vanidoso! —Saltando en el aire y con una voltereta Genevieve volvió a desaparecer.

Se hacía evidente que intentó golpear a Louis con otra patada, pero este atrapó la pierna invisible en el aire, y esta vez fue él quien se abrazó en torno a un cuello invisible.

—¿Te rindes?

—Sí —se escuchó el susurro ahogado.

—¿En serio te rindes?

—¡Sí en serio me rindo!

Louis soltó a su hermana quien reapareció masajeándose el cuello. Pero mientras Louis se regodeaba en el aplauso de la multitud Genevieve le dio una nalgada.

—¡Hey! Dijiste que te rendías en serio.

—Y tú me creíste idiota —dijo Genevieve al mismo tiempo que salía corriendo de la arena y desaparecía nuevamente. —El último golpe lo di yo —dijo una voz a lo lejos— yo gané.

—Claro que no —Louis levantó las manos para que su gente continuara vitoreándolo, pero ya era demasiado tarde, la mayoría estaban en el piso partidos de la risa.

Diana guió a Louis hacia un rincón para atender sus golpes.

—¿Tú si reconoces que yo gané?

Pero Diana no estaba para nada interesada en la pelea.

—¿Ese es el tipo de juegos que se dan en tu familia? —Preguntó con labios apretados.

—Somos asesinos, ¿qué esperabas?

Mientras le aplicaba unas cremas profilácticas, Diana se lo quedó mirando.

—¿Tú también lo eres? ¿Eres un asesino?

Louis le tomó las manos.

—¿No lo eres tú también? Cuando luchamos en la Universidad, ¿no matamos juntos a todos aquellos soldados?

—Vida y muerte, soldado y asesino, en una guerra es muy confuso de diferenciar —una tercera voz que Diana no conocía salió de la nada.

Un hombre alto, muy parecido a Louis pero con una raya de cabello blanco atravesándole la cabeza apareció a su lado.

—Diana, este es Alphonse, mi hermano.

—Mucho gusto —dijeron al unísono estrechándose las manos.

—Veo que mi hermano continúa teniendo un excelente gusto en cuanto a mujeres.

—Gracias —respondió Diana sin saber que decir.

Alphonse se sentó al lado de Louis.

—He estado hablando con el viejo Rackham, todavía no te perdona por lo que le hiciste tantos años atrás.

—No se trata de perdonarme a mi, se trata de liberar a Júpiter, ¿es que acaso nuestro padre está feliz de ver a la Flota gobernar a todo lo largo y lo ancho de las órbitas de Júpiter?

—No, pero él dice que tu ambición será la ruina de todos.

—¿Mi ambición? Pero ¿de qué habla?

—Habla con franqueza hermano, si conseguimos liberar a Júpiter ¿qué harás entonces? ¿Tendremos un Profeta Emperador Rackham Gimenez?

—No por supuesto que no.

Diana casi salta cuando Genevieve apareció en medio del aire con una pistola apoyada en la cabeza de Louis.

—Mas te vale que ni se te ocurra utilizar esa mierda religiosa para engañar a la gente de Júpiter, ya tenemos suficiente con la flota. —Dijo la mujer con un tono que no dejaba dudas de que decía la verdad.

—Si estoy luchando contra la flota, estoy luchando contra esa mierda religiosa, ¿crees que impondría lo mismo sobre nuestra gente?

—Espero que estés hablando con la verdad, porque yo estaré detrás de ti en todo momento, con esta arma apuntando a tu cabeza.

 

Continúa el Miércoles 5 de Marzo de 2014

 

Nota del Autor:

En Capítulos anteriores me he estado refiriendo al almirante Alberto también como «Gomez» lo cual es un error, el apellido de Alberto es Fernández y el de Roland sí es Gomez, espero sepan disculpar, ya lo corregí.

Va a tocar hacer una guía de personajes porque si hasta yo me confundo…

Durante la reedición tuve una confusión y publiqué «El Rey de su propio Reino» antes que este. Pero el orden correcto ha sido restaurado.

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