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Los Cielos de Júpiter: Cuchillos en la Oscuridad

Tras la batalla en los alrededores del ascensor orbital de Calisto, la pequeña flota rebelde tardó un par de días antes de aproximarse de nuevo a la luna, pero eventualmente comenzaron a llegar a la nueva base, de uno en uno o en grupos pequeños, afortunadamente los nanites del casco de las naves podían cambiar fácilmente la pintura y la apariencia de las corbetas, pero aún así los rebeldes intentaban evadir a las pocas patrullas que la inquisición enviaba de vez en cuando.

La Almirante D’Aramitz y su tripulación fueron los últimos en entrar en la mina abandonada.

—El lugar está saturado, imagina lo que ocurriría si algún agente de la Inquisición le diera por hacer una inspección.

—Pues a menos que venga con un regimiento creo que se llevaría el susto de su vida.

—Y probablemente sería el último susto de su vida, Allan querido.

La tripulación de la Discreta descendió de la nave en cuanto esta se detuvo, Sheila y Allan fueron los últimos en bajar, entre las otras naves una pareja les hacía señas, eran Violeta y Waldemar.

Bajo la minúscula gravedad de Calisto caminar decentemente era casi imposible, así que se aproximaron a ellos con pequeños y suaves saltos.

—Debemos apresurarnos, parece que nuestro querido Rackham va a lanzarse otro de sus proverbiales discursos. —Waldemar guiño un ojo.

—¿De nuevo? —Allan estaba sinceramente harto de escuchar hablar a Louis— No sé de donde saca tanto aire para hablar.

—Que hable, que nos lo diga todo, de Rackham me preocupa solo cuando calla, aquello que no nos dice es precisamente donde está el peligro.

Violeta asintió en silencio a las palabras de Sheila.

Cuando llegaron al área principal se consiguieron a una enorme congregación de gente, no menos de seiscientas personas, afortunadamente el lugar era amplio.

—Sheila, amigos, saludos, estábamos hablando de los nuevos reactores —Louis se encontraba de pie en un improvisado estrado— estoy seguro que al igual que todos nosotros estarán gratamente impresionados con su desempeño.

—Mas que eso —se adelantó Allan— estuve sacando números con Silverio y algunos de los otros artilleros, y creo que te quedaste corto, dijiste que con las mejores nuestras corbetas eran equivalentes a una fragata de la Inquisición, pero yo pienso que fácilmente las superamos.

—Excelente me encantaría ver esos números. —Continuó Rackham— Mientras ustedes estaban peleando nosotros no hemos estado descansando, los profesores Pasternack y Meyers han conseguido poner el proceso de fabricación de los cristales transuránicos en funcionamiento nuevamente, ya hemos ensamblando nueve reactores y a medida que pase el tiempo podremos construir mas y mas rápido.

—Eso es bueno —intervino Waldemar— pero deben apresurarse, son muchos los capitanes que se han quedado sin la ventaja que representan los cristales, y son muchos mas lo que desean unirse, y no tardarán en aproximarse a nosotros muchos mas, no podemos perder tiempo, con estas nuevas armas podríamos tener una oportunidad de derrotar a la Inquisición.

—Bueno, sí y no. —El murmullo de la gente no se hizo esperar, Louis levantó la mano para calmarlos— en efecto estos nuevos reactores representan un tremendo avance, pero no, no tenemos el mas mínimo chance de derrotar a nuestros enemigos en las presentes condiciones. —De pronto todo el mundo quería intervenir en la discusión, pero Rackham pidió silencio.— Tú mismo Waldemar lo has visto, la Inquisición está construyendo astilleros en las órbitas de Júpiter, no contentos con las decenas de miles de naves que ya tienen controlando nuestros cielos, ahora están fabricando mas.

—Y nada les impide recibir mas refuerzos de Marte o los Asteroides —agregó Sheila.

—Exacto —Louis apuntó a la Almirante para destacar su punto— digamos que conseguimos fabricar unos diez reactores al día, ¿en cuanto tiempo creen ustedes que llegaríamos a emparejar los números de la Inquisición? ¿Están ustedes dispuestos a pelear una guerra que dure años o décadas?

—Lo que sea necesario —respondió rápidamente Allan.

—Un siglo liberando a Júpiter de la Inquisición es mejor que una eternidad de esclavitud bajo su yugo —agregó Waldemar.

—¡Iuppiter Optimus Maximus! —gritó alguien entre la multitud y de inmediato todos le respondieron con la misma frase.

Louis levantó las manos intentando calmar el escándalo.

—Me da gusto escuchar eso, no quise insinuar que ustedes no tenían el espíritu de sacrificio, sé que lo tienen; pero hay otra opción. —En la sala se hizo un silencio absoluto.— Mas y mejor tecnología, realmente nunca vamos a vencer a la Inquisición a fuerza de números, nuestra única y verdadera oportunidad está en desarrollar tecnologías para las que ellos no estén preparados. Volar en el interior de la atmósfera de Júpiter es un buen ejemplo, no hay algo así ni en Marte ni en los Asteroides así que nadie en la flota de la Inquisición había pensado nunca en ello, tenemos que desarrollar nuevas e inesperadas tecnologías que dejen a los señores de la Inquisición sorprendidos, pero para eso necesitamos herramientas…

—Aquí viene, aquí es donde nos pone a temblar —murmuró Sheila.

—Necesitamos poder de computo, necesitamos cerebros clonados…

Un silencio de muerte se apoderó de la sala por unos momentos pues todos sabían lo que significaba aquella petición de Louis.

—Solo hay tres fábricas de cerebros en todas las órbitas de Júpiter —Ya que nadie se atrevía a hablar le tocaba a Violeta decir lo que todos estaban pensando— y la Inquisición las cuida mejor que a Ciudad Sagan ¿cómo se supone que vamos a adquirir uno solo de esos cerebros?

—Porque incluso la Inquisición necesita mover los cerebros de las fábricas de vez en cuando. —Aclaró Louis.— Ha llegado hasta nuestros oídos la noticia de que un nuevo cargamento de cerebros se está preparando para entregarse en los próximos días, para entonces estaremos mejor preparados y en capacidad de derrotar a los custodios de este cargamento, ¿están ustedes dispuestos?

—Siempre Louis, siempre. —Se apresuró en responder Waldemar.

—¿Cómo sabemos que realmente estaremos en posición de plantearle batalla a las escoltas? —Sheila era mas precavida.

—Dejaré esa evaluación en tus capaces manos Almirante, la decisión final será tuya.

La D’Aramitz y Rackham se miraron a los ojos por un momento, pero finalmente la hermosa pirata accedió asintiendo.

—Está bien Louis, te conseguiremos tus cerebros.


Diana entró a la nueva habitación de Louis y le gustó darse cuenta que estaba mejor organizada que la última vez, el propio Rackham estaba realizando algunos bocetos sobre un escritorio.

—Diana, tenemos que planear salir de esta mina pronto, entre la baja gravedad y lo encerrado de este lugar me voy a volver loco.

—Tienes toda la razón, ¿en qué estás trabajando? —Tomó uno de los bocetos e intentó descubrir de qué se trataba.

—¿Ya sabes que te he dicho que los nanites protegen a las naves cuando están haciendo el tránsito por la atmósfera de Júpiter?

—¿Sí?

—Pues no he sido muy exacto, en realidad lo que sucede es que los robots están reparando continuamente el daño que las naves reciben, esto es una versión ampliada de ese sistema.

—¿Qué quieres decir?

—La energía de los nuevos reactores nos permitiría producir mas nanites que funcionarían mejor y mas rápido.

—¿Es decir que nuestras naves estarían mas seguras al navegar dentro de Júpiter?

—Exactamente, pero hay mas, estos nanites podrían reparar el daño con tanta rapidez que serían una ventaja incluso en medio de una batalla.

—Tengo que mostrarle esto a Sheila, ¡es genial! —Diana tomó los bocetos y salió corriendo de la habitación.

—¡Pero aún no está listo!

Pero ya era tarde la muchacha había salido de la habitación y ya iba lejos. Cuando Louis volvió a quedar a solas percibió algo extraño, no supo si era un sonido o un olor, pero había algo que no estaba bien, entonces se dio cuenta, la temperatura, antes de que Diana llegara la habitación había estado fría, pero su presencia había traído algo de calor al ambiente, ahora que se había marchado la habitación debía estar regresando a la temperatura anterior, pero no era así, de hecho podía sentir que se estaba calentando incluso mas que antes, había alguien allí, aunque no podía verlo. Apagó la luz de la habitación y cerró la puerta con seguro.

—Entraste y pensaste que tendrías una ventaja con tu traje de camuflaje óptico, pero ¿qué pasará ahora que tú tampoco puedes verme?

Louis escuchó como un par de cuchillos salían de sus fundas; se deslizó tan silenciosamente como pudo pero intentando al mismo tiempo estar tan atento a sus otros sentidos como podía.

En efecto había allí el olor de otra persona y el ligero rumor de otra respiración, quien quiera que fuera estaba calmado, seguro de poder aniquilar a su presa. Louis en cambio estaba todavía recuperándose y no tenía ninguna experiencia combatiendo en esta baja gravedad, eso podía representar un grave problema…

Los Cielos de Júpiter continuará el Viernes 11 de Abril de 2014

Continuo publicando los capítulos atrasados en esta republicación. Espero ponerme al día pronto.

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