La Cueva del Lobo

Discontinuum

Retorna a nuestras páginas Andrés Buriticá, el escritor Bogotano, mejor conocido como Zelfus. Con una nueva historia para participar en el Desafío de este mes:

Discontinuum

Discontinuum

Autor: Zelfus

El continuum espacio tiempo se ha fisurado en miles de partes. Una electrocalibradora será encargada de realizar cuidadosas descargas en puntos específicos de la historia para que las líneas de energía que conectan las partes sean reparadas. Esta complicada misión se protege al mantenerse en secreto pero ¿la asumirá con la responsabilidad suficiente, aun sin saber de qué se trata?

Laen Burfik consideraba bonito contemplar las construcciones desde afuera, aunque tanta quietud llegaría a desesperarla si se prolongaba. Estaba parada frente al edificio de proyectos especiales de la ERC (Entidad Rectora Central) de su zona, alejada más de quince kilómetros de cualquier otra edificación. Por seguridad, el transferizador no materializaba a las personas dentro de la construcción como en todas las demás, por lo que Laen avanzó lejos de la distancia de protección contra accidentes para poder atravesar la fachada.

Siguiendo la instrucción de su indicador de localizaciones (GIPPO) había conseguido situarse frente a una de las cincuenta puertas aislantes que había en ese piso. Ese era el lugar. No entendía por qué alguien de la ERC le había solicitado su presencia física. Es más, la conexión neural con la que se habían comunicado estaba también fuera de lo usual. Se estaban tomando muchas precauciones para hablar, lo que significaba que su proyecto tenía complicaciones legales. Obtendría un sí como respuesta, aunque con un inmenso pero limitante.

La superficie de la puerta se volvió corrugada y se dobló sobre sí misma hasta alcanzar un cinco por ciento de su tamaño original, justo después de que el sensor verificara que ella era quien estaba citada. A menos de un metro de distancia, una mujer de cara alargada miraba con ansiedad penetrante. Se presentó como la agente que la había contactado, y añadió que era de vital importancia que contestara unas pruebas. Laen comprendió que no iban a demorarse poco tiempo.

Luego de revisar los resultados de las pruebas a través del visor holográfico de sus anteojos, la agente miró a Laen a los ojos, sin cambiar la expresión neutra de su cara. Como tratándose de un asunto policial, declaró:

-Laen Burfik, técnica electrocalibradora de distribución de energía con propósitos ambientales. Graduada de la GTAVC, treinta y dos años, once de experiencia, aún sin reproducción, sin antecedentes ni registros negativos. Hace dos días presentó un proyecto para cambiar los horarios para conseguir seis horas de trabajo seguidas. ¿Para qué quiere hacer eso?

-Las pruebas de desempeño muestran un incremento del tres por ciento en la efectividad debido a la continuidad en la concentración -respondió con seguridad-. El modelo no señala deterioros a largo plazo ni en la empleada ni en el trabajo realizado.

-Le pregunté para qué, no si funcionaba –enfatizó la agente sin alterarse-. Es evidente que si quiere trabajar más es porque desea acumular tiempo libre.

-Oh, eso… es un proyecto personal –dijo Laen mientras se preguntaba si había sido descortés. El asunto de las relaciones humanas era complicado. La agente no modificó la sequedad de su expresión y retomó el diálogo:

-No se apresure a contestar, tal vez no le convenga. Usted obtuvo la puntuación perfecta en los ejercicios prácticos de manejo de energía durante su carrera así que tengo una propuesta para hacerle.

-¿Los ejercicios?… ¿Se refiere a la práctica de electromagnética en campos variables?

-Se me ha solicitado buscar a alguien con su grado de especialidad –comentó haciendo caso omiso del cuestionamiento-, que tenga intereses con la ERC y que no pregunte demasiado. Sus pruebas confirman el hallazgo ¿Acepta trabajar para el gobierno?

-Pero, ¿A qué se refiere? ¿Qué debo hacer?- preguntó Laen mientras sostenía una exagerada mueca de desinformación.

-Deberá direccionar unos impulsos eléctricos de manera muy precisa. La ERC se encargará de sus responsabilidades actuales mientras se mantenga el proyecto, que no pasará de una semana. Este es el contrato que, como ve, es exageradamente favorable para usted. Es de suma importancia que sea exacta y efectiva en su desempeño porque no hay margen de error. Si la operación es exitosa también obtendrá la aprobación de su proyecto.

Laen estaba nerviosa. Todo el asunto se le hacía extraño y no comprendía bien las razones. Era cierto que las condiciones resultaban muy benéficas, aunque trataba de disimularlo un poco por compostura y otro poco para no caer sin analizar a profundidad. Lo único que sabía era que trabajar para la división de proyectos especiales de la ERC era importante para su carrera, en especial si conseguía que le aprobaran el proyecto.

Sobre el marco de una de las paredes, una huella en alto relieve señalaba un grabado incomprensible para Laen. Era la nomenclatura según la clasificación de los cubículos aunque no se podía suponer cuál era la lógica con sólo mirarlo. La inscripción rezaba “µ∞T©”, lo que la hizo sentir que estaba a punto de iniciar una aventura. Eso la hizo aceptar sin más dudas, por lo que obtuvo un punto codificado en su GIPPO para que el transferizador la llevara al puesto de trabajo sin darle a conocer su ubicación.

Lo primero que recibió Laen al llegar fue, como era de esperarse, una actualización a su sistema de información personal que le proporcionó las instrucciones técnicas generales de la labor a desempeñar, y un mapa limitado del área en la que se encontraba. Se disponía a explorar el lugar cuando percibió movimientos detrás de ella:

-Soy Aurora –dijo la mujer del holgado traje azul para trabajo de campo que estaba en el mismo salón. –Ésta es mi presentación –añadió mientras le adjuntaba otra actualización al sistema.

-Soy Laen –contestó incómoda, tratando de disimular –No sabía que era un trabajo H-H.

-Alguien tiene que señalarle a dónde disparar -dijo-, aunque parece que no es lo que esperaba.

Aurora hizo el comentario para normalizar la interacción haciendo uso de una de las técnicas de las teorías antropológicas. Ella era una de las pocas humanistas que se podían encontrar en el distrito y de paso, en todo el planeta. Sin embargo la interacción directa con humanos (llamado H-H en términos laborales) estaba tan disminuida que aún para Aurora era algo difícil y con frecuencia molesto.

El campo de especialización de Aurora era la historia, según Laen pudo constatar en su presentación. No podía imaginar, entre la inutilidad de estudiar un área irrelevante como la humanista, cómo Aurora había podido elegir el campo de menos aplicación posible. Hacía mucho tiempo que toda la historia se encontraba condensada en el Sistema Central de Información por lo que, todo lo que Aurora pudiera saber, lo podría saber cualquiera en cuestión de segundos. ¿Para qué quería la ERC algún trabajo suyo, si el sistema podría hacerlo mil veces mejor?

En las instrucciones técnicas Laen encontró la secuencia de utilización de la máquina de producción de impulsos eléctricos, así como una descripción somera de dónde aplicarlos según un modelo. Se trataba de una rudimentaria máquina con una pantalla de cristal, en la que se observaban treinta y dos millones de puntos por vez, de los cuáles ella debería identificar los específicos para aplicar los impulsos, siguiendo unos parámetros muy bien determinados. Era un trabajo rutinario y exageradamente sencillo.

-Estoy lista: Empecemos.

-¿Ahora mismo? –dudó Aurora-… Ah, sí –continuó distraída-. Hice una lista de las coordenadas a estimular. Tenga mucho cuidado. –Más que una recomendación, sonó como una súplica-.

Laen manejaba con presteza el aparato y era muy quisquillosa al determinar cada nivel de carga. Siempre había sido meticulosa pero ahora se esforzaba por no cometer ningún error. Sabía que sería algo muy importante para su desarrollo profesional y que estarían vigilando de cerca sus resultados.

A medida que avanzaba, la electrocalibradora se daba cuenta de que a ese ritmo acabaría en pocos días. Mucho mejor sería si la dejaran trabajar durante las seis horas, como decía su propuesta, que con estos intervalos de tres horas y el descanso obligatorio de una. Laen no estaba interesada en las actividades de recreación de las otras mujeres, como observar a través del proyector de realidades a los grupos de deportistas o de modelos, o comer entre dos y cuatro kilos de azucares o de grasas. Incluso algunas hacían uso de las estimulaciones sexuales cerebrales dentro del campo de trabajo porque no lo compartían con nadie. Aun así, saberlo era molesto.

Antes de finalizar la primera jornada del segundo día, Laen se dio cuenta de que había terminado la lista y que Aurora, realizando movimientos que para ella no tenían sentido, no la había actualizado en horas. La observó tensa, acongojada, como luchando contra ella misma. Se restregaba las manos en el uniforme para secar el sudor que brotaba. Laen pasó media hora fijándose sin ver ningún progreso.

-No voy a tener en qué trabajar después del descanso –dijo en voz alta-.

La historiadora no pareció escucharle, ensimismada en su tarea.

-No puede ser a favor –. Aurora hablaba entre dientes, en un mudo soliloquio.

-Aurora… Aurora. Necesito saber en qué me voy a ocupar.

Aurora dio un respingo y giró su cabeza con los ojos entornados como mirando hacia el vacío.

-Lo siento –dijo con una voz suave y temblorosa-. –Es mucha presión, ¡es mucha presión!

-¿Puede concentrarse en su trabajo?

-No puede hacerse, simplemente ¡no puede hacerse!

Laen había escuchado acerca de las crisis nerviosas. Sabía que en una situación extrema se perdía el uso de la razón y el control de las emociones, pero nunca había experimentado algo así. La emoción más extrema que había sentido era la estimulación sexual cerebral de las tardes que, por unos segundos lograba dejarle la mente en blanco. Eso era lo que no le gustaba: prefería tener control de sí misma siempre.

El sistema de información personal le indicó a Aurora que estaba padeciendo un ataque de ansiedad e inició el procedimiento para controlar los síntomas. Desde la silla Aurora lucía cansada y se encontró con la mirada de Laen.

-¿Qué sentido tiene? ¿A favor? Podría jurar que fue en contra. Estoy segura que fue en contra. –Aurora miró hacia la cúpula del salón y continuó: -Benignísima diosa, ilumina mi decisión porque de esto depende nuestra vida.

-¿De qué habla? –se interesó Laen-.

-¿Usted no sabe nada? Es evidente, usted no puede enterarse, tienen razón-. Al terminar de decirlo, Aurora aspiró profundamente y dejó salir el aire en numerosos espasmos a manera de suspiro.

-Explíqueme. Quiero saber de qué va esto-. Laen sintió una emoción negativa que la había llevado a hablar impulsivamente. Sí quería saber, pero sabía que no le convenía. Al parecer también ella estaba afectada.

Aurora deslizó su mano frente a los anteojos de su sistema de información para cambiar de aplicación, hasta que encontró un temporizador cuyo conteo se acercaba a cero. Volvió a suspirar, con desesperanza.

-Ahora no importa. Ya no importa… ¿Por qué? ¿Por qué tengo que ser yo la que hace frente a este problema? No tuve tiempo para disfrutar de mi existencia, ¡no hice nada!

El sistema de Laen le indicó que debía sacudir a Aurora por los hombros. El contacto físico era a todas luces obligatorio, pero aun así la sensación de asco se hizo casi física en sus manos. Algo desde su interior la llamaba a querer entender, a toda costa, qué había afectado a Aurora, lo que fue suficiente para hacer el esfuerzo de empujarla. Sus brazos hicieron caso a la orden mientras percibió la tibieza del cuerpo de su compañera.

Aurora hizo una corta y profunda aspiración, sobresaltada, y miró con terror a Laen frente a ella. Mantenía los brazos rígidos a pesar de la conmoción.

-¿Qué pasa? –preguntó Laen con autoridad-.

-El ERC… el ERC está a punto de acabar con todo. No se puede detener.

Una lágrima se deslizaba lentamente por la cara de Aurora, que se notaba más pálida con el reflejo de la luz blanca. Movió los ojos de un lado para otro como tratando de averiguar si Laen la entendía, si valdría la pena explicarle, mientras sentía un nudo de palabras atravesado como a la altura de su corazón.

-Después del incidente en el sector Osireo, la ERC no podía mostrar debilidad porque todas las regiones desearían legislación propia y se dividirían. Así decidieron apoyar un proyecto secreto para hacer un transferizador que funcionara entre planetas, para dar suficiente distancia a los sectores y mantener un único control central. Los primeros años estuvieron llenos de fracasos hasta que una cuántica muy reconocida, Scarlett Narbuco, planteó la posibilidad de hacer un agrietamiento en el continuum del espacio tiempo para distorsionarlo.

-¿De qué demonias está hablando? –interrumpió la electrocalibradora-.

-¿No quiere saber qué pasa? ¿No era lo que pedía?

-Está bien, la escucho.

Aurora activó la proyección de sus anteojos y le mostró ecuaciones relativas al continuum que se desbalanceaban con la introducción de factores externos. Era un trabajo sorprendente. La historiadora hacía avanzar con velocidad las ecuaciones buscando algo para mostrarle.

-Este es el mapa de distorsiones que hizo Scarlett, a medida que realizaba cambios y avances en el proyecto. El sistema se volvió inestable y la ERC descubrió que si se presentaban cambios en el tiempo anterior, nuestra existencia estaría en riesgo, por lo que empezó a presionarla. Cuando se dio cuenta de los riesgos, Scarlett decidió crear el mapa con un código para saber en qué momentos específicos de la historia de la humanidad se necesitaría realizar intervenciones para volver todo a la normalidad, conteniendo la fecha y el hecho a confirmar. Mientras la máquina encargada realizaba los impulsos correspondientes, la doctora decidió hacerse un back-up neuronal para asegurarse de que ningún dato se perdería.

-¿Entonces por qué tengo que realizar las descargas en persona? ¿Dónde encaja su trabajo aquí?

-Scarlett decidió hacer los dos procesos en simultáneo. Ese fue su peor error porque de alguna manera, el lector se vio afectado por el back-up y respondió con un impulso eléctrico de alto voltaje, lo que fue fulminante para la doctora y desapareció los datos de su cerebro. Si no fuera por su sistema de información, no tendríamos idea de qué hacer. Ahí fue cuando me llamaron.

-¿Qué tiene que ver usted? ¿Qué hizo?

-Yo no conocía el proyecto, pero los datos registrados ahora son un listado de hechos históricos a los que debemos enviar un impulso si difieren de lo que ocurrió para llegar a ésta realidad.

-Espere… ¿me está diciendo que he estado alterando la historia a través de los impulsos?

-Corrigiendo los cambios. Antes de llamarme, la ERC intentó reprogramar la máquina para no tener que confiarle a alguien la tarea. Pero los datos del sistema de información central no son siempre exactos como supone, por lo que la máquina cometió un error… con ese simple error, las posibilidades de destruir ésta realidad alcanzaron el setenta por ciento. Por eso ahora sabemos que no se pueden cometer más errores, ni se puede confiar plenamente en el sistema.

El sistema de información central era la única fuente conocida de sabiduría de la sociedad bajo el mando de la ERC. Tenía millones de datos acerca de todos los desarrollos pasados, presentes y futuros de la humanidad y nunca se equivocaba. Pero Aurora sostenía que no era así, que el sistema tenía errores. Eso no era posible y sin embargo a Laen le empezó a temblar un brazo. La historiadora lucía como si cargara un peso con todos los músculos de su cuerpo. Había perdido la emoción en seguir desahogándose y explicando lo que había pasado.

-¿Cómo hace usted para saber qué datos hay que cambiar?

-Tengo la lista y la comparo con lo que sé. Vea. El último impulso que usted envió fue este:

ΦR31: Se rechaza el decreto de eliminación genética de las glándulas mamarias.

-Como usted debe saber –continuó-, en esa fecha fue la aprobación del decreto, lo que significa que, si no corrigiéramos, todas deberíamos tener glándulas mamarias como en la antigüedad.

-Entonces ¿por qué se detiene? Continúe con el listado.

-Ya no hay tiempo. A medida que retrocedo en los hechos es cada vez más difícil saber la respuesta. La inestabilidad del sistema hará que colapse antes de terminar la lista, aunque sólo falten siete puntos. Además usted estará asustada, sabiendo que carga con toda la responsabilidad de no equivocarse.

Aurora le compartió la aplicación acerca de la inestabilidad rozando el ochenta y ocho por ciento, mientras la observaba para conocer su reacción. Laen seguía incrédula aunque algo la hacía sentirse cerca del final, la hacía pensar en todas las oportunidades que no tendría. Siempre había querido tener una o hasta dos hijas, pero no se había animado a enviar el proyecto. Los arrepentimientos más severos son sobre las cosas que no se hacen.

-No importa, Aurora, tiene que intentarlo. Yo voy a hacer mi mayor esfuerzo. ¿Qué es lo que no la deja avanzar?

La historiadora le comparte el código que es descifrado por el sistema de Laen y le muestra:

“9€M9: La corte de la subregión sureste de la ERC falla a favor de Trinaty Williamson”.

-El problema es que estoy segura que fue en contra. La corte falló en contra porque fue lo que sirvió para prohibir la promulgación religiosa en público. Pero el sistema central dice que falló a favor y, de ser así, si lanza un impulso injustificado, el continuum se arruinara para siempre.

-Ya deje el dramatismo, ya entendí. No acabo de creer que el sistema esté equivocado pero para algo la trajeron aquí. ¿Ya ha tenido que decidir en contra al sistema?

-Nunca.

Laen hizo una pausa. Pensativa, recorrió a Aurora con la mirada y decidió apoyarla: -Si usted está segura tiene que creer, es su profesión-. Lo dijo con tanta seguridad que casi se convenció, aunque por dentro sintió que era injusto dejarle su destino a otra. Era lo más inteligente que podía hacer.

-Bueno, entonces, haga lo suyo –le respondió Aurora-.

Laen se dirigió a su estación de trabajo nuevamente, intentando no prestar demasiada atención a la inseguridad de sus pasos. Frente a la antigua pantalla sus ojos se movían como desorbitados y no podía encontrar el segmento que debía electrizar. Una gota de sudor se deslizó por su muñeca y tuvo que apoyar las manos en el instrumento. Se hizo consciente de su respiración. Volteó a mirar y descubrió que Aurora la miraba fijamente.

-Ahora sabe lo que es trabajar con presión –dijo Aurora sin crueldad-.

Las siguientes horas fueron muy tensas para ambas. La calibradora pidió una anulación temporal del regulador de tiempo en el trabajo, que no permitía que las personas estuvieran más del horario establecido, así que al fin pudo trabajar tanto como quería. Sonrió para sí misma con ironía y siguió trabajando.

Al siguiente día se encontraron de nuevo y se miraron a los ojos, sabiendo que el destino de la humanidad estaba entre ellas y su trabajo. Aurora le indicó a Laen que había inconsistencias en las fechas así que tenía que dar impulsos en:

δ8P3: Stellorama recibe el premio Obama al esfuerzo.

D78ϑ: El ERC asumió el control del último país de gobierno independiente.

Mientras Laen lo hacía, Aurora lanzó un suspiro profundo y desesperanzador. Revisó una y otra vez los datos pero no encontró ningún error.

-¿Qué pasa? No me puedo concentrar si usted no hace nada.

-Hasta aquí llegué. Los siguientes datos no tienen forma de ser procesados. Están muy alejados en el pasado y tienen una clasificación que no comprendo. No puedo decir nada al respecto.

-Muéstreme –dijo Laen con tranquilidad-.

2872: Se juegan las olimpiadas en Colombia.

-Lo primero es una fecha que no tiene sentido y luego un evento y un lugar que son desconocidos. Se sabe que antes de la codificación del sistema existieron otros modelos pero no lo comprendo.

-Déjeme eso a mí, -señaló Laen-.

Manipulando su propio sistema, la calibradora encontró registros muy antiguos de descodificación que permitieron hacer la transformación para una edad computable. Mientras tanto, Aurora realizó una profunda investigación dentro de un sistema primitivo llamado prensa, que le permitió confirmar los datos, por lo que el impulso no fue necesario.

Luego de trabajar con el nuevo sistema de datos de forma temeraria, Aurora se llenó de confianza y energía para seguir avanzando. La tarde fue muy productiva. Cuando se cumplió el tiempo de trabajo de ese día, lanzó las buenas noticias:

-¡Sólo hacen falta dos intervenciones! Además, el indicador de inestabilidad apenas sobre pasa el noventa y tres por ciento. Aun así creo que no se va a lograr –su entusiasmo desapareció como espuma-.

-Yo no me anticipo. Siento que se puede acabar esta pesadilla hoy mismo. ¿Qué falta?

-Faltan dos registros que no aparecen en el sistema de información central, ni en el de prensa con el que tomé las anteriores decisiones. Tienen otro tipo de clasificación temporal: son pruebas de fuego, y lo único que se puede hacer es dejárselos al azar porque no hay datos ni recuerdos con lo qué comparar. Mire:

Año 48 A.C.: El emperador Julio Cesar destruye la biblioteca de Alejandría.

Año 709 A.C.: Los espartanos fundan Creonte.

Laen se decidió a resolverlo con lógica. El primero tenía que ser un impulso. Le expuso sus razones a Aurora quien no pudo refutarla. La autorizó a electrizar.

La electrocalibradora fue moviendo los puntos en la pantalla con sumo cuidado, hasta que encontró el titilante, esperando a ser cerrado o intervenido. Laen calibró nuevamente la cantidad de energía, confirmó la localización del punto en el visor y realizó una emisión limpia. Y sintió cómo su presente, nuestro futuro, se fue desapareciendo rápidamente.

En el cuarto se encuentran las paredes iluminadas a baja intensidad porque es hora de dormir. Sin embargo, la niña frota sus manitas para que la luz sea más fuerte, como siempre le ha gustado.

-Sabes que ya es hora de dormir. Recuerda que en pocos días irás al centro educativo y no tendrás los privilegios que tienes conmigo.

-No quiero ir. No quiero irme sola, no quiero –dice con voz consentida-.

-Así tiene que ser. Así serás una mujer de la humanidad y tendrás la oportunidad de tener tus propias cosas. Debes acostumbrarte y disfrutar con lo que vas a aprender. Duérmete.

-Deja la luz… y al menos cuéntame un cuento…

-Bueno, pero apenas se termine te duermes. Voy a contarte la historia más fantástica que conozco: Érase una vez una princesa que fue encerrada en una torre por su madrastra.

-¿Qué es una madrastra?

-No estoy segura. En las historias antiguas usan esa palabra. Creo que se refiere a mujeres malas, tal vez las mamás que tenían a sus hijas desde su propio cuerpo.

-¿Desde su propio cuerpo? ¿Como los animales? –preguntó Laen con asombro-.

-Así es. La madrastra no quería que la princesa escapara por lo que no hay otra manera de acceder hasta la parte alta de la torre que no sea subiendo por el largo pelo de la princesa.

-¿Y por qué no usan un transferizador?

-Porque todavía no se los habían inventado. Una mañana, un joven pasa frente a la torre y escucha a la princesa cantar…

-¿Quién es un joven? ¿Cuál es la diferencia?

-Es un hombre, antes de ser mayor.

-¿Un hombre? ¿Como los modelos?

-Sí. La historia dice que antes había muchos hombres, casi tantos como mujeres, y estos hacían trabajos diferentes al modelaje y los deportes. Incluso algunos realizaban trabajos serios, fuertes y peligrosos.

-¿Los hombres?

-Bueno, no todo, obviamente. Sin embargo hacen parte de la historia de la humanidad y por eso debemos cuidar a los que quedan, antes de que se extingan.

-¿Y qué pasó después? –preguntó Laen impaciente-.

-El joven subió por el cabello de la princesa y la convenció de irse con él. No sé bien cómo, pero había una forma en que los hombres podían convencer a las mujeres. Y desde el momento en que estuvieron juntos, el joven se convirtió en un importante princeso.

-¿Los hombres pueden ser princesos? –dijo la niña aterrada-.

-No, es sólo en el cuento. Los hombres no pueden ser princesos y menos reinos porque si llegara a faltar la reina, ellos no podrían mandar. Esa es la posición más honrosa y difícil que se puede ejercer en la tierra así que, no sería posible.

Laen volvió a tranquilizarse y se durmió en paz. Nunca había habido hombres sueltos por ahí, y mucho menos siendo reinos o emperatrizos. Ningún “emperador Julio Cesar” podría nunca destruir ninguna biblioteca de Alejandría.

FIN

Muchas gracias a Zelfus por su relato y recuerden que ustedes son los jueces, así que si disfrutaron del cuento, no olviden pulsar en el botón “Me Gusta” de facebook.

Ayudanos a continuar creciendo, comparte este artículo con tus amigos
Salir de la versión móvil